Ganas de Escribir. Página web de Juan Torres López

Banqueros 23 – Funcionarios 0

En el estadio de la economía nacional se ha celebrado uno de los partidos más importantes de la temporada entre el sector de la banca y el de los funcionarios.

 

El campo de juego, que ha sido objeto recientemente de una notable renovación de fachada, no se encuentra todavía en sus mejores condiciones aunque el terreno estaba practicable. Gracias a los recortes sucesivos realizados en el césped de los salarios y en el gasto público se ha podido reducir la presión de los precios sobre el terreno, lo que sin duda favorecerá a los equipos con mayor capacidad atacante que suelen ser aquellos con mejor banquillo y, por tanto, con posibilidades de realizar un mayor desgaste a lo largo de la temporada.

 

Antes de comenzar el encuentro el árbitro reunió a los capitanes de ambos equipos y les expresó su firme determinación de no ceder a ningún tipo de influencia, así como su intransigente voluntad de cumplir los criterios de convergencia establecidos por la máxima autoridad futbolística europea.

 

Inmediatamente después se guardó un minuto de silencio por los afectados por Maastricht y por los altavoces del Estadio se leyó un emotivo poema en recuerdo de todos los aficionados que se habían incorporado recientemente a las listas del paro.

 

El equipo de los funcionarios salió al terreno de juego confiado y con la seguridad en el puesto de trabajo de la que hace gala dentro y fuera de su campo. Capitaneados en esta ocasión por la CSIF trataron de jugar de tú a tú a sus contrincantes gracias a la confianza que este sindicato había depositado en el nuevo equipo arbitral, a quien señalaba como seguro favorecedor de equipos y clases medias como el suyo.

 

Sin embargo, los funcionarios, desconcertados por la severidad mostrada desde el inicio por el árbitro, comenzaron enseguida a desaprovechar excelentes oportunidades, casi todas ellas debido a que ninguno de los jugadores llevaba a cabo los movimientos necesarios para que sus compañeros pudieran pasarle el esférico. La más clara llegó en el minuto 35, cuando un centro del delantero Auxiliar no fue rematado por el Técnico que se encontraba solo delante de la portería arguyendo que el remate a bocajarro sin portero no está contemplado en las tareas que le corresponden según la relación de puestos de trabajo recientemente aprobada.

 

Por su parte, el equipo de los banqueros basó su estrategia defensiva en la división de préstamos al consumo y créditos hipotecarios, en donde se estrellaban una y otra vez los funcionarios que trataban infructuosamente de regatear el tipo de interés establecido para lograr posiciones financieras más favorables.

 

Los banqueros dieron bien pronto la vuelta al partido gracias a que el árbitro decretaba sin dudar el embargo cada vez que cualquier funcionario lograba situarse fuera del alcance de la defensa bancaria. Y, sobre todo, porque los bancos mantuvieron con enorme disciplina la estrategia del 2-4-2 que tantos éxitos deportivos les brinda: dos por cien de retribución a las cuentas del cliente, cuatro por cien de intereses cuando prestan el dinero y dos por cien de ganancia para la banca.

 

Al descanso se llegó ya con una prometedora ventaja del equipo de los banqueros. Mientras que éste disponía de unas perspectivas de beneficio muy elevadas gracias a la recuperación económica, a las reformas adelantadas por el nuevo equipo arbitral y a la presencia de todos los bancos en los sectores más importantes del terreno de juego, los funcionarios no lograban llevar al marcador una propuesta distinta a la de congelación salarial.

 

Inciado el segundo tiempo, se percibió claramente que Comisiones y UGT adquirían un mayor dominio del juego en el equipo de los funcionarios y pronto comenzaron a amenazar claramente la integridad de sus contrincantes, hasta el punto de que, una vez comprobada en forma de Presupuestos Generales del Estado la ventaja de los banqueros, se avalanzaron en huelga general sobre la portería contraria.

 

A pesar de ello, el equipo de los banqueros mantuvo el orden defensivo, espoleado además por el rumor de que el equipo arbitral podría estar dispuesto a asumir que una parte de los costes de desplazamiento hasta el estadio para implantar el euro podrían ser pagados por el Estado, lo que descolocó aún más a los funcionarios, conscientes de que eso derivaría en una menor capacidad adquisitiva a lo largo del partido.

 

Además, los líderes sindicales del equipo funcionarial parecieron estar desconcentrados durante todo el encuentro, al parecer por la negativa de su ejecutiva federal a renovar las fichas millonarias que reclaman y por la incomprensión de una importante franja del público formada principalmente por trabajadores también con salarios bajos pero sin puesto de trabajo fijo.

 En el minuto cincuenta se produjo una entrada durísima de la defensa de la banca al ariete de los funcionarios. Confiado éste en que los bancos y cajas asumirían el acuerdo verbal de bajada de los tipos hipotecarios se lanzó en plancha sobre el cesped de la sucursal más cercana solicitando la revisión de su tipo variable pero recibió, sin embargo, una tajante negativa del director y defensa central de la misma. El capitán sindical del equipo de funcionarios solicitó tarjeta roja, pero el defensa tan sólo fue objeto de una leve amonestación que fue seguida de un momumental piterío por parte del público. El funcionario quedó conmocionado y un numeroso grupo de contratados temporales del sector sanitario logró sacarlo del campo entre la bronca de los aficionados que veían peligrar igualmente la clasificación de sus préstamos hipotecarios. 

Preguntado más tarde el defensa banquero por las razones de esta acción tan contundente contestó citando a Juan March, quien hace años decía que a ellos no les interesa tener dinero, sino
ganarlo, y que por esa misma razón, a pesar de la ventaja tan contundente adquirida sobre los funcionarios no renunciarían a aumentarla indefinidamente.

 

Los últimos minutos se jugaron en medio de una gran confusión, pues mientras los funcionarios gastaban bastante más de la cuantía de su paga extra, los bancos lograban resultados
adicionales gracias al endeudamiento originado por los gastos imprevistos de fin de año, lo que les permitió sentenciar definitivamente el partido.

 

Finalmente, el encuentro terminó con una clarísima ventaja en el marcador para los bancos: todos lograron cifras record de ganancias a lo largo de 1996. Uno solo de ellos llegó al veintitrés por cien de aumento en los beneficios, lo que en términos absolutos significa cien mil millones de pesetas; es decir, la mitad de lo que hubiera costado subir el sueldo de los empleados públicos en el mismo porcentaje que lo hicieran los precios. Por su parte, los funcionarios no pudieron conseguir más del cero por cien de aumento salarial.

 

Por lo tanto, el resultado definitivo fue de banqueros veintitrés, funcionarios cero. Un uno en la quiniela.

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