Ganas de Escribir. Página web de Juan Torres López

¿De dónde viene y qué hacer con la deuda?

Publicado en Público.es el 26 de septiembre de 2014

Hay cuatro falsedades que se utilizan habitualmente para confundir a la población respecto a la deuda y para combatir a los movimientos y partidos progresistas.

La primera es que la deuda se origina porque la gente normal y corriente ha vivido por encima de sus posibilidades, lo que produce lógicamente un gran sentimiento de culpa y lleva a que la gente asuma que hay que pagarla sin rechistar.

La segunda es que la deuda pública se origina porque se realizan demasiados gastos sociales.

La tercera es que los gobiernos y los partidos de izquierda en general son los partidarios de aumentar siempre la deuda porque no ven peligro alguno en ello,.

La cuarta es la acusación de que los partidos o movimientos progresistas o de izquierda no pagan la deuda y provocan así problemas económicos mucho mayores.

Veámosla una por unaLas familias no son responsables de la deuda

En 2008, las familias españolas solo eran responsables del 20% de la deuda total española (pública y privada). Además, y según el Banco de España, la mitad de las familias españolas no estaba endeudada en aquel año. En el caso del 40% de las familias más pobres de España, las tres cuartas partes de su deuda era la relativa a la vivienda, y si esta era alta no era por su gusto sino por el precio establecido por los bancos que le prestaban.

Por el contrario, el 57% del total de la deuda española lo originaron los bancos y las grandes empresas. En todo caso, pues, fueron estos quienes vivieron por encima de sus posibilidades y no la gente normal y corriente a quien se le ha pasado la factura.

La deuda no está originada por los gastos excesivos en bienestar

En 2008, la deuda pública solo representaba el 19% de la deuda total española Además, es evidente que la deuda pública no ha crecido en mayor medida cuando se ha ido consolidando el Estado de Bienestar en España sino precisamente cuando éste se ha debilitado como consecuencia de las crisis, tal y como viene sucediendo desde 2007. En ese año, España tenía uno de los porcentajes más bajos de deuda de toda la Unión Europea (36,3% del PIB, frente al 65,2% de Alemania, o el 64,2% de Francia o el 103,3% de Italia).

Por el contrario, la deuda se ha incrementado vertiginosamente cuando la crisis, la falta de actividad y las reformas fiscales favorables a los grupos de renta más alta y a las grandes empresas y bancos ha producido una gran caída en los ingresos públicos. A lo que hay que añadir la gran cantidad de dinero destinado a ayudar a la banca.

Y de una forma muy particular, la deuda se incrementa extraordinariamente desde que se estableció que los bancos centrales no pueden financiar a los gobiernos.

Desde entonces, los gastos extraordinarios o la caída en los ingresos que provocan a los gobiernos las crisis financieras o las circunstancias extraordinarias deben ser financiados por la banca privada a tipos de interés de mercado o incluso más altos por culpa de los especuladores.

Los datos son claros: si se quitan los gastos financieros dedicados al pago de intereses, la inmensa mayoría de los países que forman parte del euro (entre ellos España) registran superávit presupuestarios, salvo en algunos años excepcionales. O dicho de otro modo, si los gobiernos hubieran sido financiados por los bancos centrales a los mismos tipos con que tan generosamente financian ahora a los bancos privados, la deuda pública de los países sería mínima, casi insignificante.

Y aquí aprovecho para señalar otra mentira complementaria de los economistas liberales cuando dicen que, si eso fuese así, es decir, si los bancos centrales financiasen a los gobiernos, se produciría una inflación muy peligrosa.

Es otra falsedad porque para que esa financiación provocase inflación deben darse necesariamente tres condiciones: que el dinero de los bancos centrales llegue a la economía (por eso el que ahora dan a los bancos no produce subida de precios), que cuando llegue a la economía se dedique al consumo (y no, como ocurre ahora en mayor medida, a  reducir la deuda) y, además, que no aumente paralelamente la producción de bienes y servicios. Por tanto, si al mismo tiempo que los bancos centrales financian a los gobiernos aumenta de modo proporcional la producción de bienes y servicios (que es lo que se busca) no hay peligro alguno de inflación. Y la deuda pública apenas si existiría salvo que, lógicamente, otras circunstancias estén provocando crisis y ayudas extraordinarias a los grupos privilegiados constantemente.

Quien incrementa la deuda son los bancos y los gobiernos de derechas

También es falso que sean los gobiernos de izquierdas quienes crean más deuda.

No hay que olvidar nunca que crear deuda y aumentarla constantemente es el negocio de la banca. Por tanto son los banqueros quienes más que nadie están interesados en que aumente y quienes hacen todo lo posible para que los gobiernos tomen medidas que la provoquen (disminuyendo los ingresos de la gente o las empresas que no cuentan con financiación propia, promoviendo la venta de viviendas en lugar del alquiler, o simplemente corrompiendo a los gobiernos y políticos).

La historia muestra claramente que las etapas de mayor deuda están unidas a fases en las que los bancos han estado más desregulados y han tenido más libertad para hacer negocios y también que han sido con los gobiernos de derechas (Reagan, Bush, las dictaduras militares… o ahora Rajoy en España) con quienes se han alcanzado los niveles más altos de déficits o deuda de todos los tiempos en sus respectivos países.

Por el contrario, los gobiernos de izquierdas o progresistas, casi siempre y salvo alguna excepción, se han tenido que tragar esa deuda previamente acumulada: o han tenido que hacer mil equilibrios para pagarla (como la Venezuela bolivariana, por cierto) o, a pesar de hacer quitas o reestructuraciones que han beneficiado también a los acreedores, han tenido que asumir una gran parte de ella (como recientemente en Ecuador).

La deuda es impagable, no es que no se quiera pagar

Por último, es falso también que los movimientos o partidos progresistas, como Izquierda Unida o Podemos, digan caprichosamente que no pagarían la deuda si gobernasen. ¡Ojalá pudiera ser así y que la deuda desapareciera sin más de un día para otro!

Al respecto, a mí me parece que hay que ir por partes.

En primer lugar, los economistas más sensatos, sean del color que sean y hasta los que trabajan en organismos como el FMI, saben e incluso reconocen públicamente que la deuda que se ha acumulado en el mundo, en Europa o incluso (aunque en menor medida) en España es materialmente impagable (de hecho, si se quisiera pagar en este momento, no habría medios de pago suficientes para ello de tanto como ha crecido. Es imposible, por ejemplo, que una buena parte de las empresas españolas, como ha reconocido el FMI, genere en el futuro beneficios suficientes para poder acabar con su deuda.

Por tanto, la cuestión no radica en decir si se quiere pagar o no, sino en ser inteligentes y poner sobre la mesa soluciones que no sigan paralizando la actividad productiva, hundiendo a las economías y ¡generando más deuda! No tiene sentido empeñarse en hacer frente a un imposible en algo que no conviene a nadie salvo, claro está, a la banca que en 2013 se metió en el bolsillo solo en la Unión Europea y en concepto de intereses, 365.017 millones de euros en 2013 y 6,2 billones de euros desde 1995. Lo que hay que hacer es plantear es cómo salir del bucle infernal en el que estamos, por ejemplo, reestructurando un determinado porcentaje de la deuda para convertirla en perpetua a 100 años. Y, por supuesto, recurriendo a otras fuentes de financiación menos onerosas que las de la banca privada.

Otra cosa es, por otro lado, que una parte importante de la deuda fuese literalmente ilegítima u odiosa, es decir, el resultado de decisiones tomadas materialmente en contra de las decisiones o deseos de la ciudadanía. En cuyo caso, los pueblos tienen el derecho, después de que eso se demuestre con toda claridad, a repudiarla. Estados Unidos, sin ir más lejos, quizá sea el país que en mayor número de ocasiones o ha promovido o ha amparado o ha establecido el ejercicio de este derecho.

Si mañana nos viene un banco y nos reclama 10.000 euros no le decimos de entrada que no le vamos a pagar. Simplemente nos citamos inmediatamente y comprobamos el origen de esa deuda. Si es correcto y legítimo, no nos quedará más remedio que pagarlo, aunque su origen no nos complazca en absoluto.

Desgraciadamente, los gobiernos españoles de los últimos años han dilapidado recursos de todos los españoles. Una clase política corrupta ha tirado el dinero público para enriquecerse (aunque ni siquiera así se puede decir que esa sea la causa de nuestra deuda total), los bancos han pedido prestado cientos de miles de millones para hacer negocio financiando la especulación inmobiliaria que ahora no pueden devolver y se han hecho reformas encaminadas a permitir que los más ricos apenas paguen o que han destrozado nuestra capacidad de generar ingresos. Todo eso ha provocado una deuda gigantesca, aumentada por la manipulación en los mercados y por la existencia de instituciones europeas que se dedican a salvaguardar los intereses de unos países y de unos grupos sociales y financieros frente a los demás.

Ante ello no sirve hacerse ilusiones ni ser ingenuos. La traición de los partidos hasta ahora gobernantes la pagaremos cara y lo que cabe hacer no es creer que todo es fácil y que se le puede dar la vuelta a la situación en 24 horas. Hará falta mucha mano izquierda, mucha transparencia y democracia para que la gente sepa lo que ha pasado, mucha inteligencia para garantizar la estabilidad y que la situación no se vuelva peor de lo que hoy está, y fomentar un sentido muy amplio y generoso del patriotismo para reunir a una inmensa mayoría social que incorpore a la regeneración de España al mayor número posible de compatriotas. Y aún así, nos queda mucho sufrimiento por delante porque la estafa y el robo al pueblo han sido gigantescos.

11 comentarios

Almudena 27 de septiembre de 2014 at 19:34

Que razón tienes… así es. Es una autentica matanza, y sangría lo que nos han hecho, lo que nos están haciendo y lo que nos queda.

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Jordi 28 de septiembre de 2014 at 02:08

«la banca, que en 2013 se metió en el bolsillo solo en la Unión Europea y en concepto de intereses, 365.017 millones de euros…» (cito del artículo). Éste es el dato clave, no hace falta saber más. Ahí está resumido TODO el austericidio: 365.000 millones de euros sólo en un año que se embolsa la banca, sin mover un dedo. ¿Se entiende ahora el austericidio, o todavía faltan datos?

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Jordi 28 de septiembre de 2014 at 02:29

Sigo dándole vueltas al tema: 365.000 millones de euros al año equivale justo a 1.000 millones de euros diarios. Casi nada. Ahora entiendo la media sonrisa permanente pintada en la cara de Mario Draghi: él sabe mejor que nadie que con esos beneficios astronómicos antes verás volar las vacas que los bancos dar crédito.

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Miguel Angel Garcia Sánchez 28 de septiembre de 2014 at 21:00

Y aún hoy los partidos gobernantes desde 1978 dicen que es populismo lo que hacemos en Podemos…populismo es decir a las masas que vamos a hacer lo mejor para el pueblo y despues seguir gobernando para que se sigan llenando los bolsillos los de siempre ,la Banca los Empresarios y bastantes políticos corruptos.hay que cambiar el sistema o el sistema acabará con nosotros

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JM 30 de septiembre de 2014 at 15:55

Gran artículo, solo comentar ¿qué intereses defendían? “políticos comprometidos”, periodistas de investigación/popes de los medios oficiales… cuando por doctrina l’oreal el cejas y el babas cambiaron la constitución para blindar el pago a la banca… por encima de cualquier interés nacional… y con dos pelotas todos ellos hablando de democracia, estado de derecho… y el resto mirando para otro lado, votando y legitimando el sistema… mola el cortijo ;-)
Un abrazo!

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JM 30 de septiembre de 2014 at 21:09

Copio una parte de una carta de un lector enviada a rebelion . org que plantea una interesante duda:
“Según el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, de las 181 naciones que hacen parte de sus organismos, solamente Taiwán, Brunei, Palaos. Macao, y Liechtenstein no tiene en la actualidad deudas. Mientras Europa, Estados Unidos, Reino Unido y China se ahogan en una deuda externa que alcanza cifras que superan con creces el Producto Interno Bruto (PIB). Por eso creo que ha llegado el momento para que esto cambie y para ello la única forma posible es una rebelión.
NO ES POSIBLE QUE TODOS LOS CIUDADANOS DEL MUNDO ESTEMOS EN DEUDA, ALGUNA VEZ SE HA PREGUNTADO ¿A QUIEN LE DEBEMOS?
«

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Fernan Gallego 1 de octubre de 2014 at 23:59

Solo tres cuestiones: Si la banca cobra cada año 365.000 millones de euros por haber «prestado» un dinero que nunca tuvo, esto es, un dinero que nunca existió y que, a un interés medio del 4%, corresponde a un principal de 9.125 billones (pa los de la logse: 9.125 millones de millones de euros)…
la primera pregunta es ¿de donde vamos a sacar ese dinero para cancelar la deuda?
la segunda ¿no resulta obvio que pagar a quien prestó 100 veces el dinero, que además nunca tuvo, es pagar al mayor estafador jamás conocido?
y la tercera ¿dónde está el servicio prestado a la sociedad por la banca que vale 365.000 millones al año?
Por favor, si alguien lo sabe que me responda.
Salud y, sobre todo, suerte.

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Rafa Gomis 5 de octubre de 2014 at 08:18

¿Podemos podar? podemos, pero rápido
Como decía alguien «para hablar a las claras hay que tener huevos»
Gracias Juan

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Mancuso 11 de octubre de 2014 at 00:55

Yo soy un currante Juan. He podido ahorrar muy poco (compro la ropa en Alcampo como Pablo Iglesias) y, en lugar de tener el dinero en un depósito bancario he pensado que hacía una mejor labor comprando deuda pública y financiando al Estado ¿lo que me está diciendo es que no voy a cobrar o que propones convertir mis títulos en deuda perpetua? Y eso en aras de la justicia?! Pues casi haces buena a la derecha Juan. Y me parece una pena.
Por otro lado recuerdo que tanto ud como V. Navarro siempre han recomendado más gasto ¿no? Qué fácil es eso de jugar con el dinero de los demás. Sinceramente, no cree que es más fácil decir, simplemente, que el BCE debe financiar la deuda directamente, que el fraude fiscal es alto y una mejora de la eficiencia recaudatoria mejoraría automáticamente el saldo entre ingresos y gastos. Pues parece que no.
Tampoco los datos me parecen correctos. Si la deuda de las familias casi alcanzaba el 100% del PIB a inicio de la crisis y la pública el 36% ¿cómo es posible que la primera represente el 20% del total de la deuda española y la segunda el 18?
Por mi parte creo que venderé la poca deuda que tengo no vaya a ser que vengan los rojos y me dejen pelado… por mi propio bien.

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Mancuso 11 de octubre de 2014 at 10:41

En general el origen de la deuda es haberla pedido en las subastas del Tesoro Público. El Estado pide dinero y las instituciones financieras y, en menor medida, los particulares la compran. Ahora parte de nuestros ahorros están invertidos en deuda pública directamente o en forma de fondos de inversión y planes de pensiones.
Otra cosa distinta es el uso que las instituciones del Estado hayan hecho de ese dinero. Pongamos como ejemplo una comunidad de vecinos en la que la dirección (elegida por el conjunto de propietarios) decide gastos poco acordes con los intereses generales de la comunidad. Pongamos además que para financiar dichos gastos se ha acudido al endeudamiento a través de Banca Ética por eso de la economía real y todo eso. Si en la próxima reunión descubrimos el uso poco ético del dinero ¿quien tiene que pagarlo?¿Tiene Banco Ético que quedar sin cobrar? Creo que usted contesta que no, que no queda más remedio que pagar. Yo también estoy de acuerdo. Lo que ya no entiendo en este caso es el interés en cuestionar su pago o al menos arrojar dudas a la ciudadanía. Al menos es lo que entiendo que quiere decir con la palabra «repudiar» y que va muy en línea con las propuestas de algunos grupos políticos. Si no es así le pido disculpas por la incorrecta interpretación.
La proporción de deuda familiar en comparación con la pública al inicio de la crisis sigue sin cuadrarme. Otra cosa es que las familias para acceder a una vivienda no hayan tenido más remedio que endeudarse y que en algunos casos lo hayan hecho en exceso por culpa de las normas excesivamente laxas (hipotecas a plazos muy largos), tipos de interés muy bajos (que permiten endeudarse más), problemas de supervisión (financiación por el 120% del valor del inmueble o con devoluciones mensuales que alcanzan el 50% de la renta familiar) que lo único que han hecho es favorecer el aumento de precios de un bien básico como la vivienda. Es decir, se ha especulado con las «cosas de comer». Alberto Garzón tiene un interesante artículo en el que desglosa la deuda familiar por conceptos y por ingresos familiares. En todo caso, afirma el Saín, buena parte de las viviendas se estaban comprando para especular con ellas. Se pueden decir unas cosas y las otras. La parte en que las familias han sido víctimas y en que parte han contribuído.
Estoy de acuerdo en que no fue la generosidad del gasto social el que nos ha endeudado a los españoles, de hecho según los presupuestos de la SS en 2007 el gasto público en este concepto ascendía al 21% en nuestro país, el 24,4 en Grecia, el 24,8 en Portugal y el 18,9 en Irlanda frente a una media de la UE15 del 26,9. Lo que ya es más cuestionable es que el notable incremento de la deuda con la crisis se haya debido a las reformas fiscales. No tengo inconveniente en remitirle un interesante trabajo publicaco por Gestha en el que se analiza en detalle la caída de ingresos de un 25% en un contexto de caída de actividad de un 3,6. También valora la influencia del desplome de la construcción para llegar a la conclusión de que ninguna de las causas habitualmente comentadas por los medios es suficiente para explicarlo. El aumento del fraude es enorme. Otra cosa es que se pueda proponer un sistema fiscal distinto, por ejemplo muy distinto de esta reciente reforma que claramente favorece a los ricos.
Dice usted que si los bancos centrales financiasen a los gobiernos parte de la deuda y del déficit no existirían. Si, creo que así es. Y estoy de acuerdo en que los bancos centrales intervengan cuando los intereses se disparen. También estoy de acuerdo en que eso no tiene porque generar inflación, un ejemplo claro lo tenemos en el Japón. Con lo que ya no estoy de acuerdo es con que son los gobiernos de la derecha los que generan la deuda, al menos en el caso de España (no hablo de los EEUU, con la famosa bajada de impuestos de Reagan por ejemplo, que fue desastrosa para todos menos para los ricos o la buena gestión de Clinton que recibió deuda y dejó un país saneado). En España la deuda, entendida en términos de PIB, ha bajado de forma constante desde 1996 hasta 2007.
Dice que la deuda es impagable. No sé si tiene que ser así ni si es lo más correcto. V. Navarro afirma que la deuda de los EEUU de la II GM fue devuelta por la vía de la refinanciación. Esto es, si la deuda nominal no para de subir pero el PIB nominal lo hace en mayor medida entonces la deuda se puede devolver y hacerse totalmente sostenible.

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Lemmy 24 de noviembre de 2014 at 15:34

«Dice que la deuda es impagable. No sé si tiene que ser así ni si es lo más correcto. V. Navarro afirma que la deuda de los EEUU de la II GM fue devuelta por la vía de la refinanciación.»
Refinanciación, o lo que es lo mismo, reestructuración. Lo siento, pero tengo mis dudas de que se pueda pagar esta deuda, y si no se puede pagar, tenemos que plantearnos otras medidas, que en el Ecuador de Correa, en la reciente Islandia y en la Alemania del 53 funcionaron. No se trata de dejarle a usted en la estacada, el Estado de bienestar, si hace lo que debe, le dará tanto apoyo a usted como a aquellos que están deshauciados o pasando hambre y sin comprar deuda pública. Lo que no se puede es tener todo y que nadie pierda. «Qué fácil es eso de jugar con el dinero de los demás», ¿me lo dice o me lo cuenta? Es lo que llevan haciendo los bancos con nuestro dinero toda la vida, y prefiero que un Estado juegue con mi dinero para beneficiarme a mí y a mi clase social, que es la mayoritaria, a que lo haga un banco para beneficiarse a sí mismo mientras yo estoy con el agua al cuello.

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