Ganas de Escribir. Página web de Juan Torres López

Guerra, mentiras y pozos de petróleo

Publicado en La Opinión de Málaga. 15-8-2004 

De nuevo sube el precio del petróleo y vuelven a oírse machaconamente los viejos lugares comunes de siempre, mientras que las causas de fondo que provocan el brutal encarecimiento de una materia prima tan crucial para la economía mundial apenas si salen a la luz.

 

Vuelve a decirse que se trata de un problema de escasez de oferta frente a una demanda superior, cuando en realidad no es eso exactamente lo que ocurre.

 

Es verdad que hay problemas de demanda. China absorbe petróleo desmesuradamente. Sólo en Pekín se ponen en funcionamiento 1.000 nuevos automóviles cada día. India está acaparando y se dice que eso mismo está haciendo Estados Unidos para hacer frente a posibles recortes de producción en el futuro. También es incuestionable que el petróleo es un recurso escaso, pero lo cierto es que la oferta ha aumentado en los últimos meses más o menos proporcionadamente al incremento de la demanda. No puede decirse que ahora haya una escasez tal que justifique una subida de precios tan grande en estos momentos.

 

Son otras las circunstancias que lo están provocando y tienen que ver, sobre todo, con la irracional forma de plantear los problemas económicos en el planeta y con la aberrante respuesta política que los poderosos están dando a los conflictos sociales de nuestra época.

 

No se puede olvidar, por ejemplo, que más que escasez de materia prima lo que se da es insuficiente producto final, es decir, de petróleo ya refinado. Eso ocurre, sobre todo, en Estados Unidos en donde no se han construido nuevas refinerías desde hace treinta años. Últimamente, su mercado de gasolinas se ha balcanizado como consecuencia de que en cada estado se exigen condiciones de venta muy distintas y eso está creando escasez y encarecimiento del producto final. Y hay que tener en cuenta que Estados Unidos consume casi uno de cada dos litros de gasolina consumidos en el planeta. Lo que está ocurriendo es que el refino no interesa a las multinacionales petroleras. Al abandonar esta actividad encarecen el producto final y es de ahí de donde se deriva el alza del precio de la materia prima que es a ellas a quien beneficia. Otro elemento sobre el que no se habla mucho es la voracidad fiscal de los gobiernos. En la Unión Europea los impuestos sobre el petróleo han aumentado un 355% en los últimos años. Un estudio reciente de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) muestra que el 68% del precio final de las gasolinas que los consumidores pagamos en Europa corresponde a impuestos, y un 40% en el conjunto de los treinta países más ricos del mundo que forman la OCDE. Lo que reciben los países productores sólo es el 16% en el caso europeo y el 22% en el segundo. ¿Es justo decir entonces que la culpa de los altos precios es solamente de los países productores? En realidad, esos gobiernos han sido cómplices de las grandes empresas petroleras y les han permitido que hayan adquirido cada vez más poder de mercado que utilizan para subir los precios, por ejemplo, reteniendo crudo sin refinar para coadyuvar a que suba su precio, y así sus ganancias.

Un estudio recientemente publicado en Estados Unidos por federaciones y sindicatos de consumidores muestra la magnitud del proceso de concentración de poder en los mercados petroleros: el número de grandes empresas petroleras ha pasado de 34 a 15 y las de refino de 15 a 7.

 

Por otra parte, se está produciendo en los últimos meses un fenómeno que igualmente se silencia. La producción diaria de petróleo es aproximadamente de unos 80 millones de barriles. Sin embargo, en los mercados financieros se está contratando cada día por valor de 140 o de hasta 160 millones de barriles, casi el doble. ¿Cómo es eso posible? Sencillamente porque lo que se está comprando y vendiendo en esas cantidades no es producción de petróleo `real´ sino lo que podríamos llamar `petróleo de papel´. El petróleo se ha convertido en un activo financiero, en la estrella de los llamados mercados de futuros. Estos son aquellos en los que las partes se comprometen a comprar o vender en el futuro un determinado bien, estableciendo con antelación una cantidad, un precio y la fecha de la operación. Aunque estos mercados nacieron para favorecer el comercio de determinadas mercancías, hoy día se utilizan casi exclusivamente para especular. Casi ningún contrato llega a su término, cambian de mano una y mil veces porque si antes de que expiren se producen cambios favorables en los precios se obtienen ganancias muy jugosas. Entonces resulta que, al final, lo que se intercambia no es la mercancía sino el papel. Y eso es lo que ocurre cuando una mercancía, como el petróleo, aumenta su precio en un 30% en seis o siete meses, como ha ocurrido desde primero de año. Todos los especuladores juegan a anticipar la subida que ellos mismos están provocando. Los grandes inversores financieros, los bancos, los fondos de pensiones y los especuladores financieros de todo tipo son los que, en una gran medida, están provocando el alza del petróleo.

 

Se trata de una auténtica `burbuja petrolera´. El arreglo sería que la Reserva Federal subiera drásticamente los tipos de interés, para que los especuladores se dirigieran a otro tipo de inversiones, pero eso provocaría de lleno una grave crisis de la economía real de Estados Unidos y de todo el mundo. Sería como querer salir de pozo tirándose de los pelos.

 

Para evitar esa salida, Estados Unidos creía que podría hacer frente a estos problemas controlando la oferta adicional de Irak después de invadirlo y merced al control que ejerce sobre Arabia Saudita. Pero los tiros le salen por la culata. Irak se convierte en un barrizal (aunque algunos informes denuncian que Estados Unidos están logrando exportar de Irak mucho más petróleo del que oficialmente se anuncia). Y en Arabia los recientes atentados muestran que hay más interés en boicotear la estrategia colaboracionista con Estados Unidos que en colaborar con ellos.

 

Ni es justo, ni es verdad que los países productores de petróleo sean los culpables de estas subidas de precios que afectan tan gravemente a la economía mundial.

 No nos engañemos, la guerra inmoral que ha provocado mucha más inestabilidad política y la especulación financiera son la mecha que está incendiando ahora mismo los mercados petroleros.

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