Ganas de Escribir. Página web de Juan Torres López

Terrorismo de género contra las niñas africanas

 Se está celebrando una conferencia internacional en Addis Abeba sobre la violencia contra las niñas africanas en la que se han hecho públicos datos realmente  estremecedores. 

 

 La ONG llamada «Foro sobre Política para el Niño Africano» afirma que «al menos nueve de cada diez niñas del este de África sufren abusos físicos o psicológicos e incluso violaciones por parte de sus familiares».  

 

 Otra, ‘Save the Children’, asegura que más del 50% de las niñas refugiadas en campamentos liberianos puede haberse visto implicada en casos de explotación sexual.
 

 

 El 99 por ciento de las mujeres entrevistadas en Kenia declararon que fueron golpeadas, en primer lugar por sus propias madres, y lo mismo dijeron el 94 por ciento de las ugandesas y el 84 por ciento de las etíopes. 

 

 Una de cada dos niñas ha sido violada en Uganda. En Etiopía, el porcentaje es del 29,7 por ciento y en Kenia del 26,3.  

 

 En Etiopía, una de cada dos niñas sufre tocamientos sexuales forzosos, mientras que el 18,9 por ciento sufre golpes habituales con palos y el 55,2 por ciento los sufre ocasionalmente. El 21,2 por ciento de las mujeres sufre golpes frecuentes en la cabeza y el 16,5 por ciento recibe latigazos. 

 

 Pese a ello, sólo un 1,5 por ciento lo denuncia ante la Policía en Etiopía y un cuatro por ciento en Uganda. 

 

 Por otro lado, la fundadora y directora de la organización zimbabueña Red de Trabajo sobre Niñas, Betty Makoni ha declarado que «cada vez son más las niñas que informan de abusos en los colegios». Dice que «las niñas de familias pobres son atraídas por los profesores con promesas de dinero» 

 

 Aparte, señala que «la alta prevalencia de VIH/sida es otro motivo, ya que sigue muy extendido el mito de que practicar el sexo con una virgen puede curar la enfermedad, y hay hombres desesperados que hacen cualquier cosa».  

 

 Su ONG registró el año pasado hasta 50 casos de violaciones de niñas en escuelas de Zimbabue, en su mayoría con participación de profesores de colegios internos. Pero dice que «estas cifras son sólo la punta del iceberg, únicamente se informa del 15 por ciento de las violaciones en los colegios del país».  

 

 Por otra parte, según la directora sobre derechos internacionales para las mujeres de ActionAid, Everjoice Win, los abusos verbales y sexuales por parte de profesores y estudiantes son las principales causas de la alta incidencia de abandono escolar, de embarazos y de infecciones de sida entre las niñas. 

 

 Los estudios de esta organización en Asia y África revelan también que la educación de las menores suele verse interrumpida por los «traumas físicos y emocionales, la baja autoestima, la irritación, la depresión, la ansiedad, la culpabilidad y la desesperación» que sienten.  

 

 El informe de 2005 del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) sobre avances en cuestión de género y educación reveló que la mayoría de los 115 millones de menores que abandonan la escuela en esta región son niñas. 

 

 Los estudios de ActionAid en África y Asia también revelan que las niñas no se atreven a informar de los abusos, y que cuando lo hacen suelen sufrir aún más acosos por parte de los profesores y padres. En muchos casos, sus denuncias son desestimadas.  

 

 Un estudio encargado por la Administración Británica de Ultramar sobre abusos en educación secundaria en Zimbabue, citado por IRIN, revela que «los profesores con frecuencia hacen de cómplices con los estudiantes masculinos para acosar verbalmente a las niñas en la clase, directamente o por omisión».
 

 

 Según Save the Children, todos estos casos no son denunciados porque a veces están implicados los líderes o miembros destacados de los lugares donde se cometen. Otras veces, las niñas no quieren denunciarlo porque sienten que se están beneficiando de esta «transacción» y se enfadan si alguien lo denuncia. «Algunas niñas consideran que los hombres les están ayudando pero la comunidad sí lo ve como explotación», afirma esta ONG. 

 

 Detrás de todos esos casos hay mucha pobreza, subdesarrollo… unas relaciones económicas que generan miseria y necesidad. Pero no es sólo ese tipo de circunstancias económicas el que realmente genera esta violencia cruel, por mucha que sea su influencia.  Se trata de una auténtica violencia «de género», sencillamente, porque, por mucha que fuera la pobreza y la escasez, todas esas niñas no serían violentadas de esa manera si fueran… niños u hombres.  

 

 La razón diferencial por la que sufren ese trato es su género femenino. 

 

 Y eso es lo que explica que las mujeres de los países ricos sufran también agresiones de todo tipo y una violencia semejante, aunque no sea quizá tan extrema; no sólo por razones económicas, sino porque se ha asumido la idea de que a las mujeres se les puede dominar a base de palos y que están en el mundo sencillamente para proporcionar placer y servicios a los hombres.  

 

 Por eso, en todos los sitios, en los ricos y en los pobres, se han silenciado durante tanto tiempo esta clase de crímenes.  

 

 Esta violencia de género es una formna más de terrorismo pero que tiene una singularidad esencial: los terroristas, como dicen esas organizaciones, a menudo son los líderes y gobernantes que hablan luego de libertad y de orden. Y, prácticamente siempre, hombres.  

 

 ¿Hace falta preguntarse, entonces, por qué los gobiernos de todo el mundo (formados en su inmensa mayoría por hombres) no actúan contra este tipo de terrorismo con la misma rotundidad que lo hacen en otros casos? ¿Y no está meridianamente claro, entonces, que sólo se podrá ir combatiendo eficazmente esta violencia cuando haya muchas más mujeres en los puestos de responsabilidad política, económica y social de todo tipo y en todos los lugares del mundo? 

 

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