Ganas de Escribir. Página web de Juan Torres López

Un dios destructivo

En mi artículo de esta semana en El País Andalucía comento nuevos datos que muestran los estragos que provoca el cambio climático que tanto tiene que ver con el endiosamiento del crecimiento de las actividades monetarias. Puede leerse aquí.

4 comentarios

César el simio 24 de julio de 2014 at 00:46

Humanos no saben… ¡Vivir!

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Enrique de Amo 24 de julio de 2014 at 09:48

Querido Juan, no te disculpes por no ser especialista en cuestiones ambientales: ¿habría que graduar a la mayoría de la ciudadanía en Ciencias Ambientales para que nos diéramos cuenta de los desastres que estamos agravando con la acción antrópica? Es… ¡como si hubiese que estudiar odontología antes de ir al dentista por un inaguantable dolor de muelas!
Llega el verano y es estupendo poder aprovecharlo para estudiar mitología: la ciencia que más rápido nos acerca a la realidad: ¿no es acaso el mito del Dios Cronos devorando a sus propios hijos lo que nos ofrece esta economía santificada por los altares universitarios… casi en el 100% de los casos?
Recomiendo «Metáforas teológicas de Marx», de Enrique Dussel (Ed. VD)… el fetichismo (la inversión «cosificación de las personas» en «personificación de las cosas») explicado…, para quien quiera entenderlo.

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Vicente 27 de julio de 2014 at 09:33

La Tierra tiene sus días contados, por eso o por aquello. Estamos esperando la sexta destrucción. Ésta sí será cosa del hombre, este bichito que merodea sin ton ni son. Tal es así que, al igual que nos destruimos los unos a los otros (ese 1% sorbiéndole la vida al resto sin pizca de consideración alguna), ¿qué miramiento puede tener sobre la Naturaleza? Y el caso es que lo acompañamos, pues todo aquello que se nos pone por delante (consumo) lo tomamos y hacemos uso de ello sin tener en cuenta en qué medida estamos colaborando con el mayor de los perjuicios del hombre: destruir su habitat. Todos somos, pues, culpables, (unos más que otros, como es natural). Pero no tiene solución, como no la tiene el sistema: irá cada vez a peor. Ningun movimiento podrá hacer nada contra esta realidad. Se lo montaron perfectamente, Ya no hay remedio. A veces pienso en aquella lectura tan antigua para mí, calló en mis manos hace más de cincuenta años, porque podría darse el caso de que estemos en ello: «Los protocolos de los sabios de Sión».No deseo alargarme más, por hoy.

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Jano 28 de julio de 2014 at 18:27

Buenas a todos.
Como siempre, buena reflexión.
Al fin y al cabo, y al márgen de profecías apocalípticas, es cierto que la actividad humana tiene INEXORABLEMENTE su «contabilidad ambiental por partida doble».
Puede que la Tierra, que tiene lógica propia, se despache un día con alguna «megacatástrofe» imprevisible. Desde que cambie la polaridad (ya lo ha hecho en otras ocasiones) hasta que algún meteorito de los gordos nos pulverice. Pero de eso no creo que debamos ocuparnos. Si tal sucede, nada se podrá hacer.
El problema está en «nuestras actividades» habituales.
Como he dicho antes, el planeta AUNQUE NOSOTROS NO QUERAMOS ADMITIRLO, nos lleva un libro de contabilidad:
Nosotros destruímos un bosque para «incoroporar su valor contable» a nuestro haber..la tierra nos lo pone en nuestro «debe». Nosotros ocupamos con viviendas o infraestructuras las zonas inundables de los ríos a nuesto «haber», una vez más la tierra nos lo apunta en el «debe». Nosotros calentamos el clima quemando combustibles fósiles o desintegrando átomos y «engordando nuestro haber»…la tierra nos lo pone al «debe».
Un buen día, a la tierra le da por «hacer números». Así que se pone a «cuadrar su blanace» ¡y lo cuadra! Pobre entonces del que «está en números rojos» porque paga. ¡vaya si paga!.
Evidentemente, cuando digo que «nosotros» incorporamos en nuetro haber, me refiero al género humano. De sobra se yo que quienes de verdad «engordan su haber» no suelen ser luego precisamente quienes sufren «el cuadre de balance». Lo que aún resulta más sangrante.

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