Ganas de Escribir. Página web de Juan Torres López

El poder de la teoría económica

Acabo de leer una frase que no conocía de Paul A. Samuelson, posiblemente el economista más influyente de la segunda parte del siglo XX y autor del manual de economía más difundido y utilizado de la historia. Se la atribuye Sylvia Nasar en su artículo A Hard Act to Follow? Here Goes, publicado en The New York Times el 14 de marzo de 1995, y es la siguiente:

“No me preocupa quién redacte las leyes de una nación ni elabore sus tratados avanzados, siempre que yo pueda escribir sus libros de texto de teoría económica”.

No se puede decir más claro y es francamente cierto. Todo lo que está pasando en nuestras sociedades desde hace 30 o 40 años no se puede explicar sin considerar la enorme expansión académica de una teoría económica de bases científicas muy falsas pero extraordinariamente útil para los intereses de los grandes grupos económicos y financieros. Eso es lo que me ha llevado a preparar un libro sobre las mentiras en que se basa el saber económico dominante. Espero avanzar rápido y prometo mantener al tanto a mis lectores cuando aparezca.

6 comentarios

Miguel Valiente 10 de octubre de 2015 at 11:20

Juan, todos sus esfuerzos valdrán la pena. Es importante que quien está en posesión de conocimientos superiores en cualquier campo, tenga la generosidad de compartirlos con quienes carecen de ellos, como es mi caso en el terreno de la economía. Sobre todo si esos conocimientos especializados vienen a coincidir en lo social y lo humano con quien los recibe. Gracias, profesor.

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Ruben Gonzalez 10 de octubre de 2015 at 20:25

Gustosamente adquirire su libro profesor

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Joaquín J. Delgado 12 de octubre de 2015 at 15:50

La manera tan abierta de crear pobreza del capitalismo liberal de hoy nos hará recapacitar a todos, incluyendo a los ciudadanos americanos que creíamos vivir en el mejor de todos los mundos posibles. Aparte de la fuga de la industria y la consiguiente equiparación económica de nuestra gente con países pobres de Asia y América, una élite de manipuladores se está haciendo con todos los medios de generar riqueza mediante la especulación desleal –porque no es tan aventurada.
El americano de hoy tiene que adaptarse a la competencia con la mano de obra prácticamente esclava de otros países. Ya el sueño americano se le ha ido de las manos a la generación actual. Unos se adaptan limitando los nacimientos –lo que llena el país de pobres de otras razas– y otros esperando que los salve un Estado que está en manos de intereses que les son adversos, como prueba su propio emprobrecimiento.
Me atrevo a predecir que, dada la enorme deuda y los gastos militares, caeremos en una crisis económica y nos replantearemos los problemas a la luz de otras ideas. Tal vez, a pesar de la propaganda adversa, las directrices nacionalsocialistas –léase a Gottfried Feder– nos vengan a salvar del desastre final que nadie quiere.
http://www.gate.net/~joachim/

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Elvizca 13 de octubre de 2015 at 20:11

Claro profesor, para eso tenemos un sistema educativo creado en la Prusia de finales del siglo XVIII, destinada a producir ciudadanos uniformes y obedientes (ver «La enseñanza prohibida», película completa en youtube).
Y para rematar, si conseguimos enmaciparnos, nos encontraremos con que se habrán llevado la Justicia y nos habrán dejado las leyes, como decía una pancarta del 15-M. Esas leyes que señalan la misma pena para un pederasta que para los miembros de un piquete de huelga.

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Agustin Franco 18 de octubre de 2015 at 11:01

Felicidades por este nuevo proyecto. Te sugiero al final de este comentario algunas referencias que podrían servirte.
Llevo dándole vueltas a este tema desde hace tiempo, intentando fundamentar lo mejor posible (con ciencia y no con mitología) lo que enseño en mis clases.
Básicamente la idea consiste en partir de la crítica básica que hace Marx sobre el capitalismo, pudiendo ampliar este apartado con el libro de David Harvey (2014). Luego sobre las contradicciones del capitalismo se construyen los mitos de la teoría económica (que recopila Dante Urbina, 2015) y finalmente estos mitos teóricos se concretan a nivel sectorial: mitos financieros (Navarro y Torres, 2012. Los amos del mundo), mitos turísticos (Gascón y Cañada, 2007), etc.
Referencias sugerentes:
-David Harvey (2014). Diecisiete contradicciones y el fin del capitalismo.
-Dante Urbina (2015). Economía para herejes: Desnudando los mitos de la economía ortodoxa.
-Jordi Gascón y Ernest Cañada (2007). El turismo y sus mitos.
-Arnsperger y Varoufakis (2006). What Is Neoclassical Economics? The three axioms responsible for its theoretical oeuvre, practical irrelevance and, thus, discursive power. Panoeconomicus 1: 5–18.

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Andres Niporesas 18 de octubre de 2015 at 12:16

El otro día comentaba el Sr. Slim, amigo del auto titulado socialista Felipe Gonzalez ,que había que trabajar 11 horas, 3 días a la semana. No piense el lector que el resto de los días eran para descansar. Ya apostillaba el Sr. Slim que podrían utilizarse para buscarse un pluriempleo. Seguro que pensaba en pagarles un sueldo insuficiente para hacer del pluriempleo una necesidad. Por último recomendaba jubilarse a los 75 años.
¿Por qué Slim, y otros como Slim, pueden imponernos estos modos de vida? La respuesta es sencilla porque se han erigido en dueños y señores de los medios de producción (Tierra, Trabajo y capital-maquinaria, empresas..). Son ellos quienes deciden quien trabaja y quien no o lo que es lo mismo quien come y quien no .
Tiene razón el candidato Garzón en que hay que hacer pedagogía con la gente. Hay que explicarle claramente que es urgente que LOS MEDIOS DE PRODUCCION SEAN, EN SU MAYOR PARTE, DE TITULARIDAD DEL ESTADO. DE UN ESTADO DEMOCRATICO. DE UN ESTADO DE TODOS. Si no la sociedad, nuestra forma de vida la elegirán los Slim (11 horas de trabajo , 6 días a la semana y jubilación a los 75 años) y sus representantes políticos. ELIJAMOS NOSOTROS NUESTRA FORMA DE VIDA, PERDAMOS EL MIEDO A LA LIBERTAD.
Veo a Podemos evadir esta cuestión, espero que Garzón no lo haga y lo explique cada vez que sale, de una forma inteligible y no entre al trapo de cuestiones intrascendentes.

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