Ganas de Escribir. Página web de Juan Torres López

Gobierno dimisión, elecciones ya

Publicado en Público.es el 26 de abril de 2013

Las últimas noticias sobre la economía española y la reacción del gobierno ante las protestas ciudadanas marcan a mi juicio un punto definitivo de no retorno.

Los datos del paro, el empeoramiento de las previsiones de crecimiento, la corrección al alza de la cifra de déficit o la evolución de los indicadores del crédito, del consumo o la producción industrial reflejan que la acción del gobierno del Partido Popular es un desastre sin paliativo alguno.

Ni una sola de las reformas que ha ido adoptando ha logrado lo que le dijeron a los ciudadanos que iba a conseguir. La reforma laboral ha multiplicado el desempleo, las financieras no han saneado de verdad el sistema bancario ni han recuperado el crédito, la amnistía fiscal solo ha servido para que se valgan de ella los correligionarios de los gobernantes, y los recortes de derechos y gastos sociales en educación, sanidad, pensiones o atención a la dependencia ni siquiera suponen una disminución sustancial de la deuda porque se mantienen los altos pagos por intereses o el apoyo generoso a la banca y a las grandes empresas.

Los datos son irrefutables y no hay manera alguna de salvar la gestión de Mariano Rajoy y de su partido. El cierre de empresas y los despidos crece sin cesar, miles de empresarios pierden sus patrimonio y los niveles de paro avergüenzan ya y dan miedo a propios y extraños. La economía no levanta cabeza se mire por donde se mire, la pobreza está aumentando dramáticamente, sobre todo entre las personas mayores y los jóvenes y niños, miles de personas y hogares pierden sus viviendas, los servicios públicos se degradan por momentos y los ingresos de las familias caen estrepitosamente, generando no solo sufrimiento sino la ruina de las pequeñas y medianas empresas que viven de ellos, o de cientos de municipios.

Pero nada de eso afecta por igual a todas las personas porque, mientras tanto, el gobierno se dedica a salvar la cara y el sillón a banqueros delincuentes, se niega a investigar a los responsables de todo lo que está pasando y ayuda con la mayor generosidad a las grandes empresas, bancos y fortunas. Lo prueba como hecho así mismo irrefutable el aumento de la concentración de la renta y la riqueza y de la desigualdad en España.

No se trata, pues, de un simple problema de incompetencia del gobierno. En realidad, lo que tiene que hacer para que los de arriba salgan adelante en mejores condiciones lo hace bien. Se trata, además, de que nos gobierna un Partido que traiciona constantemente los intereses generales, que se enroca en la mentira y que limita las libertades públicas para sortear los efectos de su fracaso ante la gente normal y corriente.

Rajoy y el Partido Popular, como antes le pasó a Zapatero y al PSOE, se han rendido ante los poderes económicos europeos y sus representantes políticos, y han puesto a España de rodillas ante la Troika y ante la reaccionaria Señora Merkel, que no es sino la marioneta vestida de ideóloga liberal de los grandes bancos y corporaciones alemanas.

La política de austeridad que defienden es una gran estafa cuando va acompañada de casi 5 billones de euros en ayudas a la banca o de casi 400.000 millones de euros anuales en pago de intereses a los bancos privados, y está perfectamente demostrado que no puede tener los efectos beneficiosos que dicen que tiene, sino todo lo contrario. El propio Rajoy demuestra su incapacidad y su traición cuando pide por la boca chica ayudas al crecimiento o que el Banco Central Europeo desempeñe otro papel, o cuando calla ante los efectos devastadores que provoca en la población más desfavorecida.

Los ministros, el propio Rajoy y los dirigentes del Partido Popular mienten con descaro constantemente diciendo a la ciudadanía lo que saben que no va a ocurrir y presentando sus medidas como lo que no son, tal y como al cabo de poco tiempo se comprueba sin dificultad, lo que explica la desafección continua de su propio electorado.

El gobierno del Partido Popular solo actúa con mano firme a la hora de controlar los medios públicos, de reprimir y criminalizar las protestas sociales, de modificar las normas que benefician a los más poderosos, incluida la jerarquía de extrema derecha de la Iglesia Católica, o de disimular los casos de escandalosa corrupción entre sus propias filas. Y así está propiciando una involución evidente en las libertades civiles y en la democracia ya de por sí imperfecta de la que gozamos.

El peligro es que todo eso va a ir a más, como demuestran las medidas que sibilinamente ya se han anunciado, en materia de pensiones, por ejemplo, y que es posible que hoy mismo se pongan de nuevo en marcha en el consejo de ministros.

España está en peligro gobernada por políticos que, como demuestran los datos de sus sobresueldos millonarios que estamos conociendo, son simples mercenarios con la boca llena de palabras vacías y de mentiras.

Hay que poner fin a esta situación y los partidos políticos que nos han llevado a la situación en la que estamos no pueden sacarnos de ella. Es imprescindible una reacción ciudadana en defensa de la libertad, de la dignidad y de los derechos humanos y sociales y de la democracia que están en peligro. Es necesario un protagonismo mucho mayor de las personas normales y corrientes, las que día a día sacan adelante sus empresas, sus empleos, sus estudios, sus familias o a las personas que están a su lado, las que saben trabajar bien y crear riqueza y que no buscan hacerse ricos a cualquier precio sino ser personas decentes y cumplir honestamente con sus obligaciones y responsabilidades. Es urgente acabar con la corrupción, investigar para conocer a los responsables de todo lo que nos ha pasado, a los políticos que se llevan el dinero, a los banqueros y bancarios que nos han estafado, a las fortunas que defraudan, a los jueces que no actúan contra todos estos delincuentes, a las autoridades que no vigilan y dejaron hacer… Es precisa la unidad ciudadana por encima de diferencias de segundo orden para salvar lo que de verdad es ahora lo prioritario, para enfrentarse con decisión e inteligencia a quienes han hecho que Europa se traicione a sí misma y se empeñan en destruirla, para poner en marcha un proyecto de regeneración política, económica y social que nos saque de las desesperanza y del miedo, para luchar contra el fraude en todas sus manifestaciones, para recobrar la ilusión en nosotros mismos y para garantizar que todos tengamos el mismo derecho al futuro en bienestar y con seguridad.

Hay que poner fin a este gobierno porque de él solo se pueden esperar nuevos y más dolorosos e inútiles saltos al vacío, hay que reclamar nuevas elecciones y hay que lograr que concurran a ellas candidaturas ciudadanas de nueva factura que traigan el aire fresco que acabe de una vez con esta pesadilla.

19 comentarios

Hiperbóreo 26 de abril de 2013 at 11:48

Desgraciadamente vamos a tener a este gobierno hasta final de su legislatura. Lo que menos conviene actualmente a la oligarquía europea y española es inestabilidad política (como en Italia) y no hay mayor estabilidad que un gobierno con mayoría absoluta.
A esperar dos años y medio a las nuevas elecciones y entonces rezar porque las alianzas que formen gobierno sean de izquierdas y no de derechas. Aunque independientemente de cuál sea el gobierno, la política será de derechas por mandato europeo, me temo.
Una pena que Francia esté demostrando menos fuerza de la que se le suponía y François Hollande menos convicción de la esperada. Pero ¿qué vamos a esperar de un país donde Le Pen saca 2 millones más de votos que Melenchon? Y si Francia no es capaz de cambiar nada ¿qué vamos a cambiar nosotros?

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Antonio E. 26 de abril de 2013 at 12:21

Juan totalmente de acuerdo contigo.

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JM 26 de abril de 2013 at 20:37

Nuevas elecciones sin un verdadero proceso constituyente no valen de nada. Recordemos que solo hay legislativas, que el presi es nombrado por los diputados y sancionado por el rey, no hay separación de poderes ….
En video: (Programa de la clave, muy recomendable escuchar las distintas posturas, el respeto y el conocimiento de los participantes ….)
http://www.youtube.com/watch?v=cYAkqiiYBWY&sns=em
Términos de moda, explicados en detalle: (largo pero fundamental, creo)
LIBERTAD CONSTITUYENTE (Lo constitutivo ,lo constituyente y lo constituido)
Lo constitutivo
Se conmemora la Constitución, se la festeja. Pero nadie quiere mirarla, más allá de sus aspectos formales ni más acá de sus prescripciones jurídicas, por dentro.
A lo más sutil que llega la teoría constitucional de los mejores juristas, es a distinguir de un lado entre constitución material y formal y, de otro lado, entre poderes constituyentes y poderes constituidos. No conozco ninguna que haya basado la construcción teórica del poder político del Estado en lo «constitutivo» de la Constitución, en aquello donde lo constituyente se identifica con lo constituido. Pues antes que otra cosa real, toda Constitución, incluso la democrática, es una «construcción» del Poder para uso y habitáculo del poder. Lo cual no significa que los derechos del ciudadano, como persona civil, y los derechos sociales de los miembros individuales de la comunidad nacional, no sean algo fundamental que debe garantizarse con leyes orgánicas de rango superior. Pero sí quiere decir que esos derechos no son ni pueden ser constitutivos de la Constitución, aunque estén incorporados a su texto. Pues sólo alcanza tal carácter constitutivo lo que determina, divide, separa y organiza, por grados de jerarquía o de competencias territoriales, el poder político de la Sociedad en el Estado.
La perversión del Estado totalitario convirtió en constitutivo de poder estatal lo que por su naturaleza civil pertenece al ámbito de lo regulativo. La perversión del Estado de partidos, el residuo totalitario de las Constituciones europeas que nacieron del temor a la libertad y del fracaso de los sistemas parlamentarios, consiste en haber constituido, en lugar de regulado, a los partidos políticos, que son asociaciones voluntarias, no sólo como órganos de autoridad estatal, financiados con fondos públicos, sino ante todo como la nota principalmente constitutiva de la Constitución.
La Constitución no es neutra porque no es substantiva. El orden gradual del poder político no descansa en un principio general de substantividad democrática, donde cada escalón de poder sea constitutivo de los escalones superiores, desde la base popular a la cúspide del Estado. Haber hecho de los partidos lo realmente constitutivo de la Constitución, supone una brutalidad tan cínica y arbitraria como sería la de hacer a los banqueros y editores de los medios informativos, por su hegemonía en la sociedad civil, titulares de la soberanía en el Estado.
Lo constituyente
No debe de olvidarse que fue una comisión de siete abogados partidistas, a los que burdamente se les llamó padres de la patria, quienes redactaron la vigente Constitución en secreto. No se constituyó. Unas Cortes legislativas ordinarias la aprobaron. No la constituyeron. El electorado la refrendó. No la constituyó. Tampoco hubo un periodo de libertad constituyente del Poder político. Y los factores causantes de la Transición no fueron los constituyentes de la Constitución.
Si no hubo una fase legalizada de libertad colectiva para expresar y debatir ideas constitucionales sobre la forma de Estado y de Gobierno; si era un tabú plantear estas cuestiones a la opinión pública; si no se convocaron elecciones para elegir diputados a Cortes Constituyentes, entonces ¿qué sector de poder constituido en derecho, o temido de hecho, creó la Constitución? ¿Qué tipo de intuición política la concibió? ¿Qué inteligencia discursiva la desarrolló? ¿Qué ambición de poder la impuso como voluntad del Estado?¿Qué consenso ideológico le dio curso convencional en los medios de comunicación? A más de treinta y tantos años de aquello, aún no se ha dado satisfacción a lo que, no obstante, se debe saber, para poder entender y comprender la situación actual. Especialmente en materias de nacionalismos periféricos y corrupción política.
Para evitar equívocos, aclaro que lo constituyente no se refiere aquí a la materia políticamente constituible en una Constitución, que hemos mencionado en el anterior apartado,sino al poder o la potencia que la constituyó como norma suprema. Salvo Locke, Sieyes, Friedrich y Carl Schmitt, la filosofía del poder y la teoría constitucional no suelen ocuparse del tema. En general, los textos constitucionales se interpretan y comentan como los exégetas a los Libros Sagrados. Se separa el producto de toda vinculación con un productor humano. Y se convierte en objeto de fe lo que reclama ser entendido y comprendido por la razón. No por motivos de curiosidad histórica o intelectual, que serían de por sí bastantes, sino porque el poder constituyente no se extingue, como parturienta mal constituida o mal asistida, al alumbrar la criatura constitucional. Es ésta la que perecería o caducaría sin el mantenimiento permanente, y la conservación constante, por parte de los poderes que, en su día, le dieron el ser.
Decidme, pues, lo que hoy sostiene los poderes constituidos y os diré la potencia constituyente que ayer los constituyó.
La Monarquía del Estado de Partidos no duraría un instante, pese al sostén del Ejército, la Banca, la Iglesia y la cada vez menos popularidad de que goza el titular de la Corona, si el PP, PSOE, y los dos o tres medios hegemónicos en el mundo editorial, la dejaran abandonada a su suerte. Lo constituyente en el 78, lo decisorio, tuvo que estar, por eso, en la potencia de los causahabientes de esos partidos y de esos grupos informativos. Lo demás, incluso la prestación extranjera, era políticamente superfluo, salvo la potenciación del PSOE por la socialdemocracia alemana. No planteo esta hipótesis como si fuera posible de realizar en el contexto actual de los intereses de partido, sino como ficción metódica que permite reducir la complejidad constituyente a sus mínimos factores irreductibles.
Si lo constituyente estuvo en esos partidos, y no en la libertad política de los ciudadanos, era inevitable que lo constituido no fuera la democracia formal, sino una oligarquía de partidos que continuara en el Estado la concepción autoritaria del poder, a través del expediente inventado en las potencias vencidas, tras la última guerra mundial, por miedo a que la libertad política indiscriminada condujera al comunismo o al resurgimiento del nazifascismo.
El modelo del Estado de Partidos, tomado de la práctica republicana de Weimar y de la teoría de sus juristas, vino como anillo al dedo anglosajón para esposar a los países europeos que había liberado, y conducirlos en la guerra fría.
Lo constituido
Muchas cosas sociales, referentes a las libertades y derechos, parecen estar constituidas por la Constitución. Pero la norma constitucional sólo puede constituir lo que antes de ella no estaba constituido, o lo estaba de otra manera. Lo impuesto por una Constitución, sobre lo dado en la situación que constituye, es una disposición en otro orden político de previos elementos de potencia conocida. Y llega a ser democrática si logra hacer de la libertad política el principio organizador del nuevo orden de poder en el Estado. Lo característico de nuestra Constitución es exactamente lo contrario: hizo del poder estatal el principio organizador del orden de las libertades en la sociedad y atribuyó en exclusiva ese poder a los partidos políticos. Lo resultante, el Estado de Partidos, indujo al dominio en la sociedad de una cultura estatal y partidista. Lo constituido propicia, de este modo insidioso y arbitrario, fenómenos de corrupción y terrorismo que no se desarrollarían, con tanta facilidad, en una sociedad civil (civilizada) de Constitución democrática.
Los Estados se distinguen unos de otros, como si fueran personas físicas, por su diferente constitución. Así como hay una relación indudable entre el carácter de los individuos y su constitución genética, los pueblos acaban teniendo el carácter político que les forja la Constitución del poder estatal. Todas las teorías de los tipos constitucionales, ya sean aplicadas a las personas físicas o a las sociedades culturales, están basadas en el escaso papel que conceden a la libertad de acción en la formación del carácter. Pero, pese a esas teorías, la libertad existe en la realidad y contribuye a fundar el carácter de los pueblos, como substantivo de una ilusión. Si nuestro pensar y nuestro obrar estuvieran determinados por la genética de las poblaciones o la constitución de los Estados, no sería posible la novedad. Donde hay novedad tiene que haber libertad de creación personal o de emanación social. Y la producción de novedades es característica de nuestra especie. La libertad política colectiva, como novedad emergida de las libertades sustanciales de la persona,no puede entrar, por eso, en la categoría invariable de lo constituido. A diferencia de los derechos políticos, las libertades no son materia que pueda ser constituida (otorgada) por el Estado.
Cuando una libertad pasa a ser algo constituido por una norma, como ha sucedido con nuestra Constitución, deja de ser fuente creadora de relaciones humanas, y se convierte en una facultad potestativa, en derecho subjetivo. Las libertades personales de carácter público se transforman, por medio de las Constituciones, en derechos políticos individuales. Y el orden público del Estado deviene entonces desorden privado de la sociedad. La suma de esos derechos políticos, como la de todas las facultades simplemente sumativas, no produce la emergencia de una cualidad nueva, en forma de libertad colectiva. Este tipo de libertad anónima, al carecer de titular determinado y potestad definible, no admite ser regulada como un derecho subjetivo más, ni ser objeto de la Constitución. La libertad política es fundamento, y no contenido reglado, de una Constitución democrática.
Hay muchas cosas sociales que, como el amor y el arte, no pueden ser definidas por la razón, pero sí admiradas con el sentimiento y presentidas por intuición. Esas cosas cualitativas se conocen por las obras que producen y las emociones que despiertan. A la libertad política, que no es una relación constituida, sino una acción constituyente, la sentimos como ímpetu permanente de unos pocos y, ocasionalmente, de muchos, hacia la libertad de todos. Y comprobamos su existencia cuando, actuando en lo público, nos vemos impulsados nosotros mismos por la libertad de los demás.
Antonio García-Trevijano

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JM 26 de abril de 2013 at 20:58

Esta vez si tostones, recomiendo la lectura de la propuesta ciudadana por el cambio del artículo 99, y sus beneficios esperados. No requiere de ningún tipo de cambio de rumbo, revolución… sólo de voluntad por ser democráticos… garantizo que le ha llegado como propuesta/consulta a las web para comunicarse con el ciudadano de todos los partidos (lo que se vota), y nunca ha obtenido respuesta o ha sido censurada. Igual si al dueño del sitio le parece interesante (por supuesto cada uno es absolutamente libre de sacar conclusiones sobre cualquier tema, verdades absolutas y dogmas cero!!! ) y le apetece hacer la prueba… pasará un rato curioso.
Personalmente mientras nuestra constialgo no contenga un redactado similar, que al menos garantice el 99% de lo aquí expuesto… con mi voto que no cuente nadie… y desde luego no he visto en el “pograma” de ningún grupo propuestas serías en esta línea…
http://cambio99.org
Saludos cordiales y felicitaciones por el blog y la seriedad de los artículos en cuanto a objetividad y análisis, raro hoy encontrar poco más que alegatos sin razonamientos! Coincida o no con algunos es lo de menos, para se debate!!!!

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Ivan 26 de abril de 2013 at 21:23

Estamos de acuerdo en que los partidos que se vienen alternando en el poder desde 1978 no representan a una mayoría de españoles, requisito imprescindible para que a un sistema político se le pueda calificar de democrático. PP y PSOE son dos partidos compromisarios de las grandes corporaciones nacionales y transnacionales, de ahí que ni siquiera un 26% de paro y la galopante destrucción de la pequeña y mediana empresa provoquen cambios en las partituras. Tampoco el deterioro de los derechos y del estado del bienestar, mientras se acude al rescate de los banqueros y de los inversores extranjeros que decidieron utilizar sus excedentes de tesorería en la mayor estafa de la historia de este país (y sin disparar un sólo tiro), que ahora tendremos que pagar todos los españoles con nuestro patrimonio personal y público.
Lo realmente sorprendente y que debe ser objeto de profundo debate es que estos partidos, que tan sólo representan al 1% privilegiado hayan contado con el apoyo mayoritario en las urnas del pueblo español, y no una vez sino reiteradas veces. Ayer se produjo un merecido escrache al Congreso de los Diputados por parte del movimiento 25-S, con claros y contundentes mensajes de que no nos representan. Sin embargo, el presidente de la cámara insistió de nuevo en que allí reside la soberanía popular, salida de las urnas, deslegitimando a los manifestantes como extremistas que no aceptan las reglas de la democracia. Parece evidente que algo está fallando en el proceso de representación y que lo seguirá haciendo en el futuro bajo nuevas siglas (UPYD, EQUO) si a las viejas se las considera ya amortizadas para que la alta burguesía pueda seguir controlando el poder.
¿Qué habría ocurrido si quienes ayer se manifiestaron cerca de la Carrera de San Jerónimo hubieran entonado el «no nos representan» delante de la sede de los grandes periódicos y cadenas de televisión? ¿Es posible la democracia en sociedades donde todos los grandes medios de comunicación son propiedad de la burguesía y hacen sonar las mismas partituras de un modo que sorprendería por su precisión al mismísimo Goebbels? Para que la minoritaria clase dominante juegue a la democracia es imprescindible que lo haga con ventaja. En Grecia y Roma se negó el derecho de voto a los esclavos. Al comienzo de las democracias burguesas representativas, el sufragio fue restringido para que solamente pudieran votar personas de renta alta (sufragio censitario) y elites colaboradoras (sufragio capacitario). Ahora la ventaja la encuentra la clase dominante en el control hegemónico de la opinión pública a través de sus poderosos medios de comunicación. Bajo el disfraz de que son medios independientes y con vocación de servicio público, han convertido la política en un permanente carnaval donde las mayorías humildes han perdido la conciencia de clase y la posibilidad de derrotar al adversario, por insignificante que sea numéricamente.
¿Qué más tiene que ocurrir en este país para que quienes sufrimos la crisis, la inmensa mayoría de los españoles, nos convenzamos de que estamos siendo objeto de una cruel estafa, que tiene como principal protagonista a los grandes medios de persuasión burgueses, pues incluso los políticos que nos gobiernan inmerecidamente no dejan de ser un producto creado y manipulado por ellos mismos? El día que la mayoritaria clase trabajadora española disponga de medios de comunicación que sí la representen ya no habrá que hacer escraches delante del Congreso de los Diputados por la sencilla razón de que los partidos burgueses serán barridos de las instituciones, al igual que las políticas que hoy nos venden los medios burgueses como las únicas posibles.

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JM 26 de abril de 2013 at 23:35

Hola,
#Ivan 26 abril, 2013 en 21:23
(mi punto de vista personal, por supuesto!)
No es sólo que no los representen, es que es imposible que tal cosa suceda por dos simples motivos (hay muchos más, pero no quiero soltar un rollo ;-) )
1.- Se votan partidos, no personas. (incluso las listas abiertas son un timo, total los presentados lo serían a dedo por el lider, y los pueden cambiar cuando les brote: Ejemplos: Alcadía y Comunidad de Madrid)
2.- Se camuflan mendazmente unas presidenciales dentro de unas legislativas: De ahí las estupideces como:
1.- El voto útil. (Lo del “un hombre un voto” debe ser una cita del sr. de los anillos jajaja)
2.- El interés por llevar en autobús a los ancianos de asilos de…. circunscripciones pequeñas.
El punto 2 es especialmente importante, el problema no es la ley D´Hont, un sistema proporcional diseñado para legislativas que garanticen pluralidad y representatividad del máximo nº posible de ciudadanos… lo contrario al voto útil!… es más en sus cálculos ni siquiera interviene el nº de votos… traducido: muchos votos van a la basura… porque la proporcionalidad en las legislativas no los requiere y no puede aplicarse a unas presidenciales… y menos si estas son inexistentes.
En la wiki hay una descripción detallada del método de cálculo y por supuesto en la ley electoral… por eso hablan de ella pero como texto divino… pocas veces profundizan en el contenido… con decir es la ley les vale…
Y esto lo saben todos, pero como todos maman de los pptos… se callan… total es un chollo estar en la “oposición” y más en un grupo/partido minoritario, te puedes lamentar del sistema proporcional o ir de mártir o de que llueve o… pero ninguno denuncia el tema completo ni propone cambios… raro, raro ? ;-)

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Jordi Doménech 27 de abril de 2013 at 00:38

Querido amigo: excelente artículo. Corro a encender una velita para que ojalá mañana mismo dimita el gobierno en pleno. Sin embargo, ¿cómo va a dimitir alguien que lo primero que dijo después de ganar las elecciones es «Papá, ya soy presidente»? Es imposible. Esa gente no dimite, hay que echarla.

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Ricardo 27 de abril de 2013 at 09:47

Podríamos repartir el trabajo de manera racional. Empecemos por los funcionarios: un año sabático cada cuatro de trabajo. En ese año se percibiría un salario mínimo, una ayuda social, o cualquier otra prebenda que se nos quisiera dar. Tendríamos cuatro años «sustanciosos» y uno «lamentable», evidentemente, pero permitiría el trabajo de un nuevo veinte por ciento funcionarial y evitaría el derroche. ¿Cómo se elegiría el primer veinte por ciento de «liberados vacantes»? Por propia voluntad, por mayores salarios, por sorteo, por trágala… «Los que comen no se acuerdan de los que no comen». Empecemos por los funcionarios; seguidamente podrían hacerse extensivo a trabajadores asalariados de todo orden (grandes empresas y superficies, banca constructoras (sic), etc…). A lo largo de esos cuatro años, el panorama cambiaría a mejor. Si quien me lee es economista de profesión, puede hacer una emulación tipo Yale con doscientos cincuenta sujetos laborales. Seguro que salen las cuentas. Saludos.
P.D.: naturalmente, podríamos prescindir del ochenta por ciento de los políticos. Vale.

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María Dolores Amorós 27 de abril de 2013 at 10:28

Amigo Juan: Leí este tu artículo en Público. Lo difundí a través de Facebook y twitter y lo envié a mis familiares y amigos.
Su lectura es imprescindible. Gracias por clarificarnos tan estupendamente bien las miserias de este desgobierno.
Enhorabuena.
Un abrazo.

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A.Salvador 27 de abril de 2013 at 12:04

Si lo están haciendo bien “para que los de arriba salgan adelante en mejores condiciones”, no es que se hayan rendido ante ellos, sino que forman parte del mismo entramado de negocios, poderes y privilegios. No hay pues ninguna “incapacidad” ni “traición” (a mí al menos no me han “traicionado”). Por eso, efectivamente, no podemos esperar nada del PPSOE. Se propone una alternativa de gobierno, con savia nueva, formada por una alianza interclasista antioligárquica “por encima de diferencias de segundo orden”, pero son precisamente estas diferencias las que en nuestras desarrolladas y complejas sociedades “occidentales” hacen muy difícil tal unidad. Subjetivamente no estamos ante un 99% enfrentado al 1%, o un 90% al 10%. Ni tan siquiera un 70 al 30%. Hay muchas fracciones del10 y 20% de por medio. Y no es el menor de los porcentajes el de los “antisistema” y “antipolíticos” que no quieren saber nada de elecciones representativas parlamentarias y que, dentro de cierto orden y límites, le vienen muy bien al citado PPSOE.
No obstante estas matizaciones, apoyo la idea de J.Torres.

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Pía Uribe 27 de abril de 2013 at 12:45

Lamento decir siempre lo mismo: La Troika y la tan denostada Sra.Merkel, nos han dicho que no podemos tener una deuda como la que tenemos, que tenemos que recortar gastos. El problema es que nuestros políticos recortan de donde no deben. Ninguno, que yo sepa (nI de derechas, ni de izquierdas ni del resto) está dispuesto a revisar, la Constitución. Ni el Estado de las Autonomias (con sus innumerables y variopinatas legislaciones e implantes de representaciones en los paises más diversos). Ni las Diputaciones (existiendo como existen los Servicios Territoriales que tendrían que haber asumido esas competencias). Ni el Senado. Ni los multiples e inutiles organísmos publicos o semi-públicos existentes. Ni el número de «sabios» asesores, muchos de los cuales , con perdón, no saben hacer la O con un canuto, vg. «caso Carromero». Y para mayor dislate, ni unos ni otros han hecho nada para homologar legislaciones ni normativas, ni siquiera han querido implantar un sistema informático que permitiese a todas las administraciones un cruce eficaz de datos (claro que serán capaces de decir que tales medidas vulnerarían la intimidad, ¿la de quien? ¿la de la Infanta Cristina?
Tampoco han hecho nada, ni que se sepa, piensan hacerlo, para la reforma de la Justicia, ni siquiera la han logrado dotar de suficientes medios ni humanos, ni técnicos (informática homologada para que cualquier Juez, de cualquier sitio pueda consultar datos.
Y como no tenemos ni idea de lo que pasa en nuestro País, ni queremos saberlo, es mucho más fácil buscar chivos expiatorios, diciendo que son insolidarios. Lo que les estamos pidiendo es que paguen nuestros errores y diciendo además que son suyos.
¡Yo creo que ya está bien de falacias desinformativas!
POR DESGRACIA, ASÍ TODO VA A SEGUIR IGUAL.

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Conrado 27 de abril de 2013 at 13:56

No dimitirán, están haciendo lo que les mandan, están gobernando para unos pocos y desgobernando para unos muchos.

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jose manuel betis 27 de abril de 2013 at 20:39

Espero sólo tener que aguantar al pp sólo hasta el final de la legislatura, porque me temo que ahora no se van a ir (y para ello van a utilizar todos los medios a su alcance, empezando por la legislación penal y la policía) y además, me temo que la división y el desencanto de los ciudadanos de izquierda va a permitir que triunfe la derecha nuevamente con pactos, puesto que entre los que votan al pp la conciencia crítica es muy laxa…

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Antonio Gonzalez 27 de abril de 2013 at 22:05

Los gobiernos que estan se quedan, no hay de otra,
un gobierno que haga lo que se debe hacer seguro
no le conviene a las elites.
Lo que ellos tratan es ganar tiempo, aunque saben
no hay solución mas que la represión a rajatabla y
por las buenas no se va a cambiar nada.
Que mas da este gobierno u otro que haga lo mismo
que seria lo unico permitido.
Esos cambios se harian solo con una rebelión popular
y quizas el pueblo no este preparado para pagar el
precio.

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AS. Martín 28 de abril de 2013 at 05:08

POLITICA DE MEDIO METRO
Desgraciadamente esa nueva formación política que nos represente no existe a tan sólo 30 meses de las próximas elecciones generales.
Yo ya no espero nada de los partidos políticos mayoritarios y, de momento, sólo se me ocurre salvar esto desde abajo, desde la base, intentando ayudar los que todavía podemos hacer algo a algunos que tenemos a nuestro alrededor que están en peor situación.
Es lo que yo llamo POLITICA DE MEDIO METRO, donde cada cual procurar solucionar o echar una mano a sus familiares o a las personas más cercanas con las que comparte ese «medio metro» de su vida.
Si cada uno barriera su puerta, al final, toda la calle estaría limpia (proverbio árabe), y en las próximas elecciones generales, me temo, sólo nos quedara la opción de «tirar de la cisterna»… y así cada cuatro años.
OTRA SOCIEDAD Y OTRA DEMOCRACIA ES POSIBLE, PERO NO ESPEREN A QUE OTROS LA CONSTRUYAN, CONSTRÚYELA TÚ MISMO… DESDE HOY MISMO.

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Julio 28 de abril de 2013 at 09:47

Los votantes del PSOE tampoco tienen una conciencia muy coherente. Al final un votante del PSOE es muy muy parecido a uno del PP.

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Ivon Ruiz 28 de abril de 2013 at 10:15

Alguien tiene que pagar todo el consumo que se ha hecho pidiendo dinero prestado. Lo justo es que los paguen los banqueros, haciendo recaer las pérdidas sobre su patrimonio obtenido fácilmente por el hecho de emitir sobre los ahorros que les llevan personas y empresas. Los banqueros no se van a suicidar ellos mismos y tratan de endeudar al Estado para evitar la quiebra que es inevitable. Tal coma es evitable si la población decide acelerar el momento fatídico. Si se andan con contemplaciones, pagarán en desempleo y quiebra de empresas su falta de fortaleza.

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Feliciano Robles Blanco 29 de abril de 2013 at 10:14

Creo sinceramente que estamos llegando a un final de ciclo, parecido al que ocurrió cuando murió Franco en 1975. Entonces fue el franquismo el que llegó exhausto e imposibilitado de adaptarse a los vientos de libertad y democracia que la sociedad reclamaba, y con una gran crisis económica que había por aquellas fechas, aunque no hay que olvidar que Franco murió en el hospital y fue enterrado en loor de multitudes. Ahora nos encontramos algo parecido, una gran crisis económica y agotamiento del sistema de representación política, ya que esta se ha profesionalizado y los políticos electos se representan más asimismo que a sus votantes, tanto PP como PSOE e incluso los partidos nacionalistas PNV y CIU. Ante esto la ciudadanía reclama un cambio profundo de políticos como de la forma de acceder a los puestos electos, con una ley electoral diferentes y donde los políticos se preocupen de defender los intereses de sus votantes que no de contentar a los aparatos de los partidos que son quienes les colocan en las listas electorales. De esta crisis se podría salir si hubiese una gran regeneración ética de la sociedad donde fuese mas valorado el ser que el tener.

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