La obligada dimisión del arzobispo polaco Jaroslaw Wielgus, por colaborar con el anterior régimen comunista mientras que se no se hace ni dice nada de otros que colaboraron con otras dictaduras es una prueba de la falsa y doble moral de la Iglesia Católica.
Que un pastor de almas como el Papa ex-Inquisidor Benedicto XVI, y junto a él el resto de la tropa de obispos y cardenales, considere inmoral colaborar con unas dictaduras (la polaca) y no con otras (la franquista) muestra una vez más que es mentira que los jerarcas católicos defiendan la libertad y condenen las dictaduras en general. Condenan las que no les convienen o las que no respetan sus privilegios pero con las dictaduras de derechas (la inmensa mayoría) la jerarquía católica (con notabilísimas y ejemplares excepciones) se encuentra a gusto, colabora y apoya, como ocurrió con el franquismo.
Desgraciadamente, esa actitud no sólo muestra una vez más la falsedad y el cinismo de la jerarquía católica. El silencio frente a otras dictaduras y esa doble moral hace que la hace realmente cómplice y responsable de sus crímenes.