Ganas de Escribir. Página web de Juan Torres López

La economía, el capitalismo y la guerra

Publicado en Público.es el 5 de septiembre de 2013

“No podemos construir un automóvil decente, ni un televisor… ya no tenemos siderúrgicas, no podemos otorgar servicios de salud a nuestros ancianos, pero eso sí, podemos bombardear tu país hasta hacerlo mierda, especialmente si tu país está lleno de morenos…”. George Carlin

Mucha gente identifica el capitalismo con la existencia de los mercados e incluso de las empresas pero eso es un grave error. Ambos existieron desde mucho antes que el capitalismo y seguirán existiendo cuando desaparezca, aunque sí es cierto que en cada sistema económico funcionan con características y funciones diversas.

El rasgo distintivo del capitalismo es que, primero, incorporó a la órbita del mercado recursos que antes se utilizaban fuera de él, como el tiempo de trabajo y la tierra. Antes se podía comprar o vender a las personas pero no se adquiría su fuerza de trabajo a cambio de un salario y la tierra se conquistaba o transmitía pero no se intercambiaba en mercados como se hace en el capitalismo. Ese hecho, y el que más adelante se hayan mercantilizado incluso hasta las expresiones más íntimas de la vida humana y social, hacen que el capitalismo se distinga no por haber creado, como a veces se cree erróneamente, la economía de mercado, sino la sociedad de mercado. Y, por tanto, someter la vida social en su conjunto al afán de lucro.

La utilización del trabajo asalariado y de grandes volúmenes de capital (físico y dinerario) en el seno de las empresas permite multiplicar la capacidad de producción y generar una gran acumulación que ha derivado, justo es decirlo, en un progreso innegable. Pero, al mismo tiempo, crea fuertes contradicciones y problemas sociales muy graves.

Aunque pueda parecer un simple juego de palabras lo que ocurre en el capitalismo es que para poder obtener beneficios hay que obtener cada vez más beneficios, lo que lleva a producir sin cesar y a hacerlo con cada vez menos coste. Solo con que no crezca la inversión, incluso aunque no caiga, no solo se estancan los ingresos y los beneficios sino que se reducen multiplicadamente.

Pero para obtener cada vez más beneficios produciendo sin parar es preciso reducir al máximo el coste salarial. Eso provoca muy a menudo la falta de sintonía entre el precio que se querría pagar por el trabajo y la posibilidad de vender todo lo que se pone a la venta. Si los capitalistas fuesen tan numerosos como para comprar la totalidad de lo que producen se podría pagar una miseria a los trabajadores, pero si éstos son los que compran la mayor parte de la producción, como en realidad ocurre, resulta que a medida que se les paga menos es menor la capacidad global de la economía para comprar la producción. Eso quiere decir que, lo quieran o no, cuando los capitalistas se ahorran salario puede ser que alguno gane individualmente más pero que, a nivel general, lo que provocan es que se agote la capacidad general de absorber la producción que entre todos generan. Y de ahí vienen la mayor parte de las crisis que de forma recurrente se vienen produciendo desde que el capitalismo existe.

Para evitar eso los capitalistas tienen que recurrir a diversos remedios (que no voy a comentar aquí) y uno de ellos es lograr que su producción se adquiera por quien no depende del salario para poder comprar, concretamente por el sector público. Es otra paradoja más del capitalismo: los capitalistas rechazan la actividad del  Estado pero solo cuando favorece a otros porque constantemente reclaman al sector público que adquiera la mayor parte posible de su producción o que salve a las empresas cuando su estrategia de ahorrar salario produce una crisis.

Una de esas vías es el gasto militar. Prácticamente todas las grandes empresas mundiales sin excepción tienen una buena parte de su actividad dedicada a suministrar bienes o servicios al Estado y más concretamente a sus ejércitos. Es una forma muy rentable y no dependiente de los salarios de realizar su producción. Y no importa que la producción militar a veces simplemente se vaya almacenando o que destruya recursos cuando se utiliza, porque en el capitalismo la producción no se lleva a cabo en función de que sea más o menos útil lo que se produce, sino de que proporcione beneficios.

Es por eso que se alienta el crecimiento continuado del gasto militar, aunque ya sea tan alto (1,33 billones de euros en 2012) que hasta resulta claramente innecesario, pues con muchísimo menos de esa cantidad sería suficiente para destruir varias veces a todo el planeta. Un gasto tan elevado, irracional y desproporcionado (o mejor dicho, un negocio tan redondo) que solo se puede justificar si se generaliza la idea y se convence a la población de que vivimos en permanente peligro y de que hay múltiples enemigos a punto de atacarnos, cuando en realidad lo que hay de por medio no es otra cosa que el deseo incontrolado de ganar cada vez más dinero de las grandes empresas multinacionales.

Todos sabemos que la inmensa mayoría de los conflictos bélicos que se han producido en la historia de la humanidad se han debido a motivos económicos y también ahora ocurre así. Las últimas guerras de Irak o Afganistan o las que a menor escala se desarrollan en otros lugares del mundo tienen su origen, cada vez con menos disimulo, en intereses económicos. Pero, además de eso, lo que ocurre en el capitalismo es que la guerra y el gasto militar no solo sirven a intereses económicos sino que se han convertido en un interés económico en sí mismos.

En el capitalismo, la guerra no es solo un modo de producir satisfacción y dar poder a quien la gana, como siempre, sino que también se recurre a ella para resolver los problemas que producen el afán de lucro que le es consustancial y las contradicciones que se derivan del intento continuado de reducir el salario.

La conclusión es evidente. Aunque para saber qué hay detrás y el por qué de las guerras siempre ha habido que descubrir con nombres y apellidos a quienes se benefician de ella,  hoy día también es necesario entender cómo funciona una economía que solo busca el beneficio privado de una parte de la sociedad a costa de los ingresos de los demás. Y la predicción subsiguiente es igual de obvia: mientras que ésto último se produzca, mientras perviva el capitalismo y la estrategia económica dominante sea ahorrarse salarios, no dejarán de sonar los tambores de guerra ni se acabarán de contar los muertos que produce.

6 comentarios

Arturo Ferrín 8 de septiembre de 2013 at 05:01

Efectivamente, Juan.
“entender cómo funciona una economía que solo busca el beneficio privado de una parte de la sociedad a costa de los ingresos de los demás” es la mejor forma “para saber qué hay detrás y el por qué de las guerras”.
Y el ejemplo más palmario, aunque ya antiguo, es la escalada nuclear que se produjo en plena Guerra Fría.
“En las perspectivas que se presentaban hacia 1.960, el desarme nuclear era una opción que convenía a la Unión Soviética, que necesitaba disminuir el gasto militar para financiar su desarrollo económico, pero que no convenía en absoluto a los Estados Unidos, que tenían superioridad en armamento y esperaban que la continuidad de la escalada armamentística impediría el progreso de sus competidores. Y que necesitaban, además, que continuase existiendo el clima de enfrentamiento de la guerra fría, del que el miedo a la guerra nuclear era una pieza esencial, para mantener la cohesión internacional en su campo.
…Ello llevó…a aceptar que crecieran los gastos de defensa como consecuencia más de las rivalidades internas de las diversas ramas del Pentágono, que pugnaban entre sí para beneficiarse del presupuesto, que de la pretendida superioridad soviética que se esgrimía como justificación. Lo que puede ayudar a entender la denuncia final de Eisenhower, en su discurso de 1.961: “en los círculos del gobierno hemos de guardarnos contra la adquisición de una injustificada influencia, buscada deliberadamente o no, por parte del complejo militar-industrial”.
Estas palabras, que han conducido a la injustificada mitificación de Eisenhower como un hombre de paz, tenían que ver sobre todo con las consecuencias del rearme sobre la economía y con la corrupción que las industrias de armamento podían introducir en la política.”
(Josep Fontana, Por el bien del Imperio)

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Ivan 8 de septiembre de 2013 at 21:12

Juan sin duda se refiere a la sociedad de mercado como una ideología y como un estilo de vida que condiciona totalmente la existencia humana, tanto en el ámbito de la producción como en el del consumo. Todo está sometido al afán de lucro, y la explicación parece residir en que, bajo el capitalismo, lo que cuenta no es el valor de uso sino el valor de cambio, de ahí que los beneficios deban ser crecientes para que el modelo funcione normalmente.
Paul M. Sweezy tenía un modo muy pedagógico de explicar esta perversión del capitalismo (El Marxismo y el Futuro, ed. Crítica), que, en su obsesión por el crecimiento ilimitado, convierte a los capitalistas en las células malignas de la sociedad planetaria. Distinguía el autor entre producción simple de mercancías y capitalismo. «En la producción simple de mercancías, el productor concurre al mercado con una mercancía M, la cambia por una suma de dinero D y a su vez compra otras mercancías M que necesita para satisfacer las necesidades de su familia. Simbólicamente, este proceso puede representarse mediante la fórmula M-D-M….En este caso estamos obviamente hablando de un sistema de producción para el uso… su propósito al producir sigue siendo satisfacer necesidades, y no incrementar su riqueza». Por tanto, la economía de mercado no lleva implícita la perversión del crecimiento. «La razón de ser de la operción reside no en la esfera del valor de cambio sino en la del valor de uso: para los productores simples de mercancías, la M del final tiene mayor valor de uso que la M del comienzo, y es este incremento en la utilidad lo que motiva su conducta».
«Las cosas son radicalmente distintas cuando llegamos al capitalismo… En el caso del circuito D-M-D no tiene lugar nada parecido. El primer y el último terminos son ambos dinero, cualitativamente homogéneos y carentes de valor de uso por sí mismos. De ahí se sigue que si las dos D son cuantitativamente iguales también, la operación carece totalmente de justificación racional: ningún capitalista está dispuesto a invertir dinero y a organizar un proceso de producción para acabar con la misma suma de dinero poseida al comienzo». Yo diría que este es el gran talón e Aquiles del capitalismo, lo que lo convierte en un modelo deshumanizado (al anteponer el valor de cambio al valor de uso) y condenado a provocar guerras, crisis, imperialismo económico y la autoextinción como consecuencia de la necesidad de crecimiento ilimitado.
Con su habitual maestría y compromiso, Juan se refiere en el artículo a las contradicciones y soluciones devastadoras en que incurre el capitalismo en la búsqueda desenfrenada de beneficios centrando su atención en la economía de guerra, no ya como instrumento de conquista y saqueo de nuevos mercados sino como forma de explotación y saqueo del sector público. Esto es lo que viene ocurriendo de forma sistemática en la superpotencia desde que el complejo industrial militar se adueñó del estado norteamericano y logró imponer sus intereses a los estados aliados. Tanto la guerra de Vietnam como la de Irak o Afganistán carecen de explicación racional fuera del contexto de la economía de guerra como negocio que vive de los presupuestos públicos el mayor tiempo posible y con el mayor nivel de despilfarro asumible por una opinión pública profundamente manipulada. Sólo así se puede entender que Estados Unidos lanzara más bombas en Vietnam que en la II Guerra Mundial o los acontecimientos del 11-S y sus consecuencias sobre Afganistán e Irak.
Yo añadiría que, «mientras perviva el capitalismo y la estrategia económica dominante sea ahorrarse salarios», ocurrirán más cosas que el estruendo de los tambores de guerra, todo aquello que pueda inspirarse en los estados de necesidad e implicar al sector público en la búsqueda de perversas soluciones, como la sanidad y todo lo relacionado con la crisis/estafa que padecemos. Ya no estamos hablando de sectores económicos que alcanzan el objetivo de la rentabilidad a través de la seducción o manipulación de los consumidores, utilizando para ello la publicidad, sino de sectores que juegan con las necesidades primarias del ser humano (alimentación, salud) provocando las situaciones que propician la maximización de beneficios o que (como el financiero) logran desestabilizar estados con el propósito de especular y provocar un cambio de modelo en perjuicio de los intereses de las clases humildes. Va a ser en este contexto de explotación y saqueo tanto de presupuestos públicos de las naciones del primer mundo como de neocolonialismo en el tercer mundo donde sonarán tambores de guerra en Siria, siendo irrelevante en un sistema mediático controlado por la clase dominante de las grandes potencias que los rebeldes sirios sean mayoritariamente mercenarios a sueldo y grupos terroristas(como Al-Qaeda) o que las armas químicas las hayan suministrado los monarcas feudales árabes a sus seguidores para justificar la intervención.

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JM 9 de septiembre de 2013 at 14:24

Totalmente de acuerdo!. Me surge varias dudas asociadas, pongo sólo 2 por si son completamente absurdas ;-) , hasta que punto el proceso sería más controlable o admitiría correcciones, de estar basada la moneda en riqueza real o tangible. Me explico, desde el momento en que se admite ingenierías financieras (encaje bancario…) o que admitimos que en el la última década existan unos 2000 billones de $ en OTC´s… siendo el PIB mundial de unos 64 B$, la capitalización de empresas en bolsa de unos 84 y el negovio del crudo unos 4… ¿cómo evitar la continua devaluación nomimal del “dinero”?… ¿puede darse la paradoja de que las cloacas/paraísos fiscales? sean la última válvula de presión del sistema… se acumula dinero de monopoly… porque si circulase de golpe la hiperinflación iba a ser de risa…
Saludos

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A.Salvador 11 de septiembre de 2013 at 18:41

Siempre he pensado que el Capitalismo, desde la perspectiva de una contabilidad social, es antieconómico, y su «economía» más bien es una «no-economía» o «anti-economía». El gasto militar, por ejemplo, en sí es tirar el dinero a la basura (además de generarla). En el mejor de los casos, su producción queda obsoleta, para la chatarra. En el peor, destruye personas y bienes. Otra reflexión: la «economía» capitalista es la guerra, se mueve mediante un comportamiento guerrero. De aquí yo pasaría a considerar seriamente aspectos sociales y psicológicos del comportamiento humano, aún en su prehistoria de «naturaleza» guerrera. Quizás podría llegar a decirse que la «economía» capitalista es la continuación de la guerra por otros medios. Sería buen debate.

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enrique 14 de agosto de 2015 at 13:02

Tenemos un conjunto de paradojas irreconciliables y la problematica planetaria se ramifica sin limites, apareciendo mas problemas al solucionar los mas necesarios.
No poner limites razonables a la apropiacion innecesaria por las elites o los estados es causa de los ilimitados problemas que ello produce, irresolubles a pesar del crecimiento de la ciencia y la tecnologia.La religion resulta insuficiente para la autolimitacion y moderacion.Se require promover el autodesarrollo para elevar el nivel de conciencia individual y el equilibrio personal .No solo alentar la produccion de genios o monstrous superdesarrollados en ciertos dominios e inutiles en otros, sino se require un desarrollo armonico de cada individuo.No solo son los sistemas economicos sino los individuos desequilibrados los que producen las paradojas.USA tiene registrads mas de 10,000 Iglesias protestantes Cristianas ademas de Iglesias de todos los credos existentes y son los mas barbaros e inhumanos guerreros que el planeta ha producido, mas de lo que su misma ciencia ficcion ha imaginado, sin limites como la ilimitada economia que se comenta aqui. La Iglesia de Beny Hill por ejemplo astutamente usa fraude e hypnosis teatral aparentando curaciones milagrosas y acumulando fortuna ilimitada ,una degeneracion religiosa tolerada, como tambien es paradojico la riqueza y degeneracion sexual encubierta en el Catolicismo y que decir de la crueldad musulmana,etc, Si los sistemas estan corrompidos es por que cuentan con muchos individuos desequilibrados, distorsiones previstas por leyes cosmicas, que se tienen que arreglar para no llegar a colapsos planetarios como sucedio en el pasado.

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betshy 6 de septiembre de 2019 at 06:05

cual es la relación entre capitalismo financiero oligopolico y el desarrollo de las dos guerras mundiales?):

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