Ganas de Escribir. Página web de Juan Torres López

Los hilos que mueven los precios del petróleo

Publicado en Temas para el Debate, nº 143 (octubre 2006)

 

Es habitual que cuando los precios del petróleo comienzan a subir y, en consecuencia, a amenazar la estabilidad de las economías, todo el mundo mire hacia los países exportadores señalándolos como sus urdidores y beneficiarios. Pero eso es, al menos desde hace unos años, una perspectiva que permite contemplar solo una pequeña parte de sus causas de esas subidas.
Es cierto que como explican todos los manuales de economía la OPEP (la Organización de Países Exportadores de Petróleo) es un pequeño grupo de oferentes, lo que técnicamente se llama un oligopolio, que cuando se ponen de acuerdo tienen la capacidad de alterar las cantidades ofrecidas y, por tanto, los precios del mercado (aunque ni siquiera del todo, porque no controla todo el mercado sino hoy día menos del 40% de la oferta.
Así han actuado en varias ocasiones, como en los años setenta (como represalia contra la agresión israelí) o a partir del año 2000, cuando gracias al nuevo régimen venezolano decidieron cambiar la inercia que mantenía en el mercado precios que consideraban muy bajos.
La prueba de que los productores de petróleo no han presionado constantemente al alza es que los precios reales se mantienen hoy día muy por debajo de los alcanzados a mediados de los setenta u ochenta del pasado siglo: si estuvieran equiparados en términos reales, el precio del barril estaría ahora entre 110 y 120$.
Pero, incluso en estos últimos años en que la OPEP trató de recuperar a su favor los precios, ésta ha mantenido un nivel de oferta capaz de satisfacer sobradamente la demanda, incluso a pesar de los conflictos de todo tipo que han venido afectando a diversos países productores. Algunos momentos de crisis han sido compensados con las reservas existentes o con el incremento en la producción de los países, como Arabía Saudí, “más dispuestos” a satisfacer los intereses de los grandes países demandantes. Aunque es difícil tener seguridad sobre este asunto, porque los datos de producción y almacenamiento o reservas son muy diferentes según las fuentes que los proporcionen, lo que parece cierto es que, salvo en coyunturas muy concretas, en ningún caso la demanda excede de la oferta, sino más bien lo contrario. Es más, cuando hay demanda insatisfecha no lo es de petróleo crudo, sino de refinado, porque el refino es menos rentable y ha sido descuidado extraordinariamente, sobre todo, en Estados Unidos donde desde hace años ya no se construyen refinerías.
Por lo tanto, y a pesar del enorme incremento de la demanda que se viene produciendo año tras año, especialmente por parte de China, India y Estados Unidos, no puede decirse que la tensión al alza de los precios se deba (salvo en una proporción bastante pequeña) a un desequilibrio entre las cantidades físicas de petróleo producidas y ofertadas y las demandadas.
Las razones que están generando una constante tensión al alza sobre los precios hay que encontrarlas en otros factores.
En primer lugar, hay que tener en cuenta que la explotación y la distribución del petróleo la realizan grandes empresas petroleras multinacionales que constituyen también un oligopolio y que tienen una gran capacidad para gobernar los precios, gracias a los elevadísimos márgenes de explotación con los que juegan. Los beneficios que obtienen son una buena muestra de ello.
En segundo lugar, también debe tenerse en cuenta que el petróleo está siendo utilizado desde hace decenios como una fuente de altos ingresos impositivos por parte de los estados. Las diferencias entre países son muy grandes, pero la imposición puede llegar a ser incluso del 60% sobre el precio final de la gasolina, lo que da idea de la voracidad fiscal y, sobre todo, de que afirmar que su subida está causada solo por los países productores es bastante inexacta.
En tercer lugar, no se puede olvidar tampoco que las zonas en donde se obtiene el petróleo, precisamente por su importancia estratégica, suelen ser las que están sometidas a mayores tensiones políticas, a agresiones constantes y a una inestabilidad que puede alterar los mercados pero no precisamente como resultado de la propia voluntad de esos países sino como resultado de la injerencia (casi siempre injustificada, inmoral o incluso ilegal, como ocurrió en Irak) de las grandes potencias.
En cuarto lugar aparece un factor que a mi entender resulta hoy día el decisivo para entender correctamente la evolución de los precios del petróleo. En contra de lo que se suele creer, estos precios no son el resultado, como señalé más arriba, de la interacción entre la oferta y la demanda de cantidades físicas de petróleo, sino que se fijan en unos mercados en donde lo que se intercambia es “papel”, es decir, contratos que se realizan de acuerdo a expectativas, y no a realidad físicas. Obviamente, estas últimas puedan influir en su conformación pero no son los factores decisivos, puesto que se trata de mercados puramente especulativos, en donde los precios se mueven no con el ánimo de ajustar la oferta y la demanda de esas canttidades físicas producidas y demandas, sino con el de obtener ganancias a través de los meros cambios en las cotizaciones que, por esa razón, conviene alterar continua y estratégicamente.
El propio Alan Greenspan, antiguo Presidente de la Rerva Federal de los Estados Unidos, reconoció claramente la naturaleza especulativa de los actuales precios del petróleo: “… un número creciente de inversionistas institucionales y de fondos de cobertura de riesgos (hedge funds) han empezado a comprar petróleo que han acumulado en netas posiciones en largo (…) que apuestan  a su alza” (Energy Bulletin, 8/6/06: http://www.energybulletin.net/16895.html).
Por lo tanto, puede decirse con rotundidad que los precios de petróleo (y por tanto, su tendencia al alza y a la continua inestabilidad) son consecuencia de la especulación financiera: los grandes bancos, las aseguradoras, los fondos de pensiones y las grandes empresas que disponen de volúmenes de efectivo muy elevados son quienes operan en estos mercados con la única intención de rentabilizar al máximo sus carteras de “papel”.
Finalmente, un hecho adicional envuelve todo lo anterior: la explotación que se hace del petróleo y el tipo de sistema productivo y de sociedad construido sobre su uso es energética, económica y socialmente insostenible. Es materialmente imposible (energética y éticamente) sostener un plantea en donde el 5% de la población (la de Estados Unidos) consume uno de cada dos litros de gasolina que se gastan en el mundo; es imposible que países en crecimiento vertiginoso (como China) lo hagan reproduciendo los parámetros de esa explotación intensiva sin agotar las fuentes y sin provocar un desequilibrio definitivo. En los años 50, con el coste energético (explotación, sondeos, perforación, almacenamiento,..)  de un barril de petróleo se obtenía 50 barriles; hoy día, solo uno. No hay prueba quizá más contundente de que nuestra civilización se basa en una base energética ineficiente e intrínsecamente problemática y todo ello es lo que se traduce en unos precios ahora tan elevados pero que lo estarán mucho más en poco tiempo.

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