Ganas de Escribir. Página web de Juan Torres López

¿Qué está pasando en España?

Publicado en Público.es el 5 de febrero de 2013

Cada vez más gente, dentro y fuera de nuestro país, se pregunta sorprendida qué está sucediendo aquí, y es natural. Hemos pasado de crear más empleo que nadie en Europa a tener casi seis millones de parados, de nadar en la abundancia a una recesión aguda, de tener superávit presupuestario a una deuda galopante, y de alardear de sistema financiero a tener que rescatarlo por la puerta de atrás. Y, además de todo ello, de una alternancia política más o menos ordenada entre dos partidos a una desafección creciente que amenaza con poner a ambos a los pies de los caballos en las próximas elecciones, por culpa de su traición al electorado y por su constante vinculación con casos vergonzosos de corrupción.

Es muy ingenuo creer que todo ello es solo el efecto de una crisis financiera importada. Es mucho más: los partidos que gobiernan se pasan por el arco del triunfo las promesas electorales, los principios que consagra la Constitución son papel mojado, la Jefatura de Estado se ve envuelta en escándalos más propios de rufianes que de monarcas, la gente no confía en los jueces, la policía apalea a los que protestan por la corrupción y protege a quienes defienden a los corruptos, los banqueros se forran con el dinero de las familias humildes que pierden sus viviendas y se llenan los bolsillos del dinero público que sus voceros niegan a quienes ellos han arruinado. Se encarcela a ladrones de tres al cuarto y se indulta a los financieros y delincuentes de cuello blanco.

No vivimos una crisis puntual o de alternancia. Lo que a mi juicio está ocurriendo es que se viene abajo sin remedio el edificio de la transición postfranquista.

En contra de lo que se quiere hacer creer, la dictadura no fue solo un gobierno de un militar algo autoritario sino un régimen de terror en el que los grupos oligárquicos que dominaban las finanzas y los grandes capitales usaban el poder político para obtener beneficios extraordinarios. Un sistema que permitió hacerse ricos, muy ricos, a quienes lograban estar cerca del poder, afianzando lo que más tarde se ha llamado el capitalismo de amiguetes. Lógicamente, todos esos grupos procuraron que la muerte del dictador solo fuese, en todo caso, el fin de un régimen político y no el del entramado económico y financiero constituido en los años de dictadura.

Por eso no fue fácil el equilibrio entre las clases dominantes y las que luchaban por la democracia y la libertad. Ni los grupos oligárquicos procedentes del franquismo estaban en condiciones de imponer sus condiciones (aunque lo intentaron tratando de dejar fuera de la nueva institucionalidad al PCE y a otros grupos a la izquierda del PSOE) ni las clases trabajadoras tenían poder suficiente como para lograr una democratización efectiva de los aparatos del Estado y, por tanto, la auténtica ruptura con el fascismo. Pero la influencia alemana y estadounidense, la actitud acomodaticia del PSOE, el temor reverencial de la clase política procedente del franquismo a los nuevos tiempos que llegaban y el papel casi arbitral concedido a los nacionalismos de derechas periféricos para anular el contrapeso de la izquierda más transformadora que hubiera podido ser decisivo, lograron cuadrar el círculo.

El sistema ha funcionado así durante años, sin perjuicio de sufrir las tensiones lógicas y los vaivenes derivados no solo de la tensión entre los principales partidos sino también de la que igualmente existe entre las diferentes corrientes internas de cada uno de ellos.

Pero la aparente estabilidad política institucional no ha podido evitar que poco a poco hayan ido apareciendo innumerables vías de agua que iban demoliendo sigilosamente el edificio. El incremento de la desigualdad, la pérdida de peso del gasto social, el debilitamiento de la ya de por sí frágil estructura democrática de las instituciones de representación, de gobierno y de control, una serie ininterrumpida de escándalos derivados del reparto del botín en que en tantas veces se ha convertido la acción de gobierno, el bienestar insuficiente y la democracia incompleta, en expresión del profesor Vicenç Navarro, han terminado por minar el afecto de la ciudadanía a los dos grandes partidos.

La traición del anterior gobierno socialista a sus principios, al deseo de sus electores y militantes y su incapacidad no ya para resolver la crisis sino para mostrar la mínima credibilidad que requiere la acción de gobierno comenzaron a colmar el vaso. Y más tarde, casi las mismas razones, aunque quizá ahora de modo aún más acelerado, llevan al Partido Popular a una situación de desafección igualmente generalizada en medio de un escándalo político casi sin precedentes.

Lo que está pasando en España es simplemente que ese edificio se viene abajo. No puede mantenerse ya sin dejar al descubierto los intereses que realmente hay detrás de él y la servidumbre y putrefacción tan gigantesca que afecta a gran parte de los dirigentes que nos gobiernan, alternándose cada cierto tiempo y mostrando uno detrás de otro, ante una población cada vez más asqueada, su continua vinculación con casos de corrupción.

Lo singular es que al caerse el edificio hipoteca  también a otros partidos, que es verdad que han sido en gran medida ajenos al negocio que han tenido entre manos los dos grandes y los nacionalistas gobernantes en Cataluña y País Vasco, pero que, quieran o no, transitan por la misma vía que ellos. Por eso ni UPyD ni incluso Izquierda Unida registran un incremento en la estimación de voto que pueda considerarse decisivo a la hora de generar, en el marco institucional actual, una nueva gobernabilidad.

La conclusión es obvia. No hay solución posible dentro del espacio político que marcaron los pactos de la transición. Ya no es posible disimular por más tiempo que no fue un diseño modélico, como tantas veces se ha querido hacer ver, sino un reparto de poder e influencia que a la postre dejaba las manos libres a los grandes grupos empresariales y financieros y cuyo gran poder político ha hecho estallar, ¡oh paradoja!, el propio sistema que los privilegiaba. La avaricia de los mismos banqueros que para salvar sus privilegios monitorizaron el diseño del régimen de la transición lo han hecho saltar por los aires al generar, en su beneficio, una burbuja insostenible y una deuda desbocada.

La estrategia ahora teledirigida contra Mariano Rajoy y su equipo es la toma de posiciones de una buena parte de estos últimos grupos que ya no se sienten convenientemente representados por ellos. Si el PSOE tuvo que oír que “no nos representan” de la boca del 15-M, Rajoy escucha ahora lo mismo, aunque no solo desde las calles sino también desde grupos que posiblemente nunca pensó que iban a defenestrarle.

Cualquier intento de darle solución a los problemas de España manteniendo la actual institucionalidad, creyendo de nuevo que el PP y el PSOE se lo van a guisar y comer todo, es infructuoso -como empiezan a mostrar las encuestas-, y solo puede conseguir retardar la salida a la crisis multipolar en la que estamos.

Cualesquiera que sean las medidas que hubiera que tomar para resolver de verdad los problemas que en este momento tiene España hay una cosa fuera de duda: necesitan el apoyo de una gran mayoría social, del 60 o 70 por ciento de la sociedad para ponerlas en marcha. Y para ello no basta con que un partido tenga mayoría absoluta. Una y otra cosa, como está demostrando el PP, son muy distintas.

Y si el apoyo que se necesita para tomar esas medidas y para que éstas sean efectivas es tan grande, en estos momentos es imposible que las adopten exclusivamente el PP y el PSOE. O incluso éstos dos con el apoyo de otros grupos minoritarios o de los nacionalismos periféricos.

Para que cualquier tipo de medida pueda tener semejante apoyo, debe responder a principios éticos y políticos transversales, comunes a personas de un espectro social muy amplio, que respondan a intereses de muchos grupos sociales. No pueden ser definidas, por tanto, en términos de derechas e izquierdas, porque ninguno de éstos es capaz de unir en torno a sí a una mayoría social tan grande como la que se precisa. Y si ese tipo de mayoría social no se puede conformar mirando a derecha o a izquierda, solo se puede constituir contemplando el arriba y el abajo. Solo esto es lo que permite unir hoy día a la inmensa mayoría de la sociedad en torno a una serie de valores, de principios y medidas que me atrevo a decir que se asumen de forma generalizada, que han pisoteado, sobre todo en sus últimos años de hegemonía, el PP y el PSOE, y que ya ni siquiera los garantiza la actual Constitución: la lucha transparente contra la corrupción, la democracia real, el ejercicio efectivo de la libertad y de los derechos sociales que no solo no se conquistan sino que comienzan a perderse uno tras otro.

La única salida que tiene España es articular una nueva mayoría social y moral. Es la hora de poner sobre la mesa propuestas concretas para una nueva gobernabilidad y para afrontar con decisión los problemas económicos porque éstos van a empezar a pasar pronto una factura quizá impagable.

22 comentarios

Javier 5 de febrero de 2013 at 14:57

Tienes toda la razón. No es una cuestión de derechas o izquierdas, es una cuestión de ética y sentimiento de unidad. Conozco gente honesta e íntegra en ambos bandos. Y también a sinvergüenzas. Es hora de despojarnos de las etiquetas políticas para sentirnos imparciales, libres y dueños de nuestras ideas.
Honestidad, integridad, igualdad (desde todos los puntos de vista), competencia leal y transparencia son los valores que hay que impulsar, eso y una idea de sociedad que todos persigamos y construyamos conjuntamente, sentirnos partícipes de un proyecto común, que sabemos a dónde queremos que llegue.
Y rompiendo con lo que tenemos. Yo me atrevería a proponer, incluso una TERCERA REPÚBLICA (estoy seguro de que esta afirmación le sonará a mucha gente que está totalmente fuera de contexto, pero si lo piensan bien….)

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José Luis Talegón Sanz 5 de febrero de 2013 at 16:30 Responder
rafa 5 de febrero de 2013 at 17:13

En cierta medida das la clave de la dificultad de una otra transición a una nueva democracia, esto sería difícil, muy difícil, pero es que además…
Esta tarde en mi trabajo un compañero de los que podríamos decir obrero, aceptaba, comprendía, toleraba, consentía y defendía la impunidad del «choriceo» alegando la poca conveniencia por el desprestigio que podría provocar que suba la prima o provocara un cataclismo político de nefastas consecuencias. Ahora digo yo, con gente como esta qué se puede hacer, porque es que son muchos, que es lo malo.

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agustin 5 de febrero de 2013 at 19:34

Comparto el articulo,pero con matices. Los políticos viven a espaldas de una realidad social que esta en la calle, casi a diario, nos hablan cuando les interesa y nos tratan a veces o siempre con un desprecio que es insultante, la corrupcion esta, según se esta sabiendo, instalada en todos los niveles , hace falta,según mi opinión, un cambio radical ,una democracia real y no esta imitación que casi nos ha sido impuesta. Un cordial saludo.
Viva la República.

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Arturo Ferrín 5 de febrero de 2013 at 19:43

Mi querido Juan:
Tan solo un comentario a este espléndido artículo tuyo que pienso conservar en mi particular antología de escritos fundamentales.
Lo he leído algunas horas después del que Antoni Doménech y Daniel Raventós han publicado este lunes en Sin Permiso.
Te diré que no me parece suficiente toda vuestra insistencia en atribuir a esos poderes oligárquicos la catástrofe social del momento presente. La canallada alcanza a cientos de miles, o millones, de responsables.
No se trata sólo de los oligarcas y sus más inmediatos esbirros de la derechona. Aquí hay cientos de miles de cómplices disfrazados con diversos ropajes que continúan haciendo su “capitalito”.
Reclamo la atención hacia todos los personajes que en su momento descubrieron la ventaja de hacer negocios a la sombra de toda esta corrupción; a los centenares de miles de catetos oportunistas que consiguieron aproximarse a ese poder corrupto para así colocarse a sí mismos y a su parentela, enchufarse, y disponer de coche oficial, etc.
Hace algunas semanas pudimos ver en la Tele el clásico del cine “Vencedores o vencidos”, acerca del juicio de Nuremberg. Nunca se juzgó a todos los culpables.
Pero tampoco quiero equivocarme. Nadie hará crítica más despiadada que la mía a todos los anteriores desmanes.
Pero no confundamos la crítica a la política de esta panda de sinvergüenzas que se acopló en la indecente Transacción, con la idea de “Política: la ética de lo Colectivo”.
Cuidado con esto. Creo que los poderosos pretenden deslegitimarla.

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Ivan 6 de febrero de 2013 at 00:02

El arriba y el abajo que nos propone Juan solo puede ser el título de una obra dentro del género del teatro del absurdo en el mundo liderado por una clase social mentalmente enferma que ha perdido el autocontrol y a la que únicamente puede apear de su obsesión por la acumulación de riqueza una catástrofe natural o antrópica. El perfil psicológico de quienes han convertido la economía en un gran tablero polivalente de juegos reunidos Jeyper y que han hecho de la especulación y la estafa su modus vivendi no admite duda alguna del carácter aversivo de cualquier propuesta que no produzca un resultado positivo a su cuenta de resultados. Manuel Zelaya, el que fuera presidente de Honduras, se convirtió en un preclaro visionario de la imposibilidad de hacer políticas redistributivas con la colaboración de la burguesía, de ahí que optara por adherirse al único modelo en el mundo donde las partituras de la redistribución y lo público son el himno oficial: el Alba. Si un liberal como Zelaya llegó a esta conclusión, ¿por qué quienes nos consideramos progresistas no nos interesamos más por la carpintería institucional, social, mediática o política que en esa región hermana es sinónimo de éxito en los objetivos que perseguimos?
Juan parece coincidir con Vicenç Navarro y cada día con más gente en que la transición política en España fué inmodélica. Y ciertamente lo fué si tenemos en cuenta que lograron crear un imaginario colectivo que se parecía más al guión de una película de Charlot o Cantinflas que a una verdadera democracia. La gran diferencia entre una dictadura como la franquista y una democracia burguesa como la que se intentó implantar con la transición es que la represión es sustituida por la persuasión y la exclusión de las mayorías por la inclusión universal a través del sistema electoral. Si dejamos en manos de la burguesía los medios de comunicación que deben dar cobertura a los partidos de la izquierda, acabamos con los movimientos sociales de base a través de su institucionalización o las subvenciones y aceptamos que un partido bendecido por la CIA y la Internacional Socialista sea el referente de la izquierda no podemos esperar otro resultado que una charlotada o un carnaval permanente, que es lo que ha ocurrido en España y lo que seguirá ocurriendo mientras no se abra un nuevo proceso constitucional con las herramientas, los principios y los objetivos que hoy son sinónimo de éxito en las naciones hermanas de América Latina en que triunfan ambiciosos y revolucionarios procesos de emancipación.

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Yo mismo 6 de febrero de 2013 at 09:40

EStamos perdidos…No hay solución, pero no por ello hay que rendirse. No sienten el más mínimo pudor los representantes del PPsoe pese a las acusaciones y sentencias de corrupción que al final se convierten en indultos si pisan la cárcel. No olvidemos tampoco el lavado de cerebro y la falta de ética de los votantes del PPsoe que viendo lo que ven lo único que saben decir es que si entran los otros es peor cuando son la misma cosa. Juan Torres, aún estoy esperando que me digas en qué nos hemos beneficiado los andaluces con el pacto Psoe IU…Me siento decepcionado con IU puesto que lo de la democracia interna es una mentira. La gente de IU ya no quiere el pacto con el Psoe andaluz e IU hace oidos sordos y no escucha a las bases. Por lo tanto ya ni siquiera iré a votar mientras Diego Valderas siga en el poder.

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Euplinio 6 de febrero de 2013 at 10:07

A pesar de que mucha gente se está movilizando y luchando por conseguir enderezar el rumbo de esta nave, analizando con serenidad toda su tripulación y pasaje (léase, por ejemplo, la «masa silenciosa», entre otras tribus y grupos de la población y poderes), me temo que, tarde o temprano, surgirá una tormenta y ya veremos si el barco será capaz de atravesarla indemne.

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Carlos 6 de febrero de 2013 at 10:48

Excelente análisis; también como apunta Arturo Ferrín en su entrada anterior, el cáncer afecta a muchos millones. La dictadura conformó una sociedad acostumbrada al enchufe, la recomendación, las lealtades inquebrantables, el no te metas en política, y la corrupción como norma en una sociedad sin transparencia. La Transición murió hace tiempo, y hasta que el olor de su cadáver se hizo insoportable no nos dimos cuenta. La ´modélica´transición dejó atado y bien atado un sistema básicamente bi-partidista. Una partitocracia a dos bandas, con algunos extras de invitados. La Bi-partitocracia derivó en Bi-parti-cleptocracia, capitalismo de amiguetes (krony capitalism). Estamos asistiendo al Hundimiento (Der Untergang). Es improbable que los dos partidos se hagan el harakiri, a la manera de las últimas Cortes franquistas, no es su estilo.
Así que, cautivos y desarmados, en manos de Angela Merkel, el FMI, El Banco Central Europeo… intervenidos de hecho, nos van a abocar a una solución Monti a la española, con acuerdo entre los monopolistas, por «emergencia nacional».
Si nos descuidamos nos secuestrarán esta nuestra segunda Transición, entonces era el miedo a los militares, hoy lo será a «los mercados». Esta Constitución y las Leyes que la desarrollan, han propiciado -o no impedido- el inmenso pelotazo a escala nacional que los dos partidos hegemónicos han protagonizado durante su monopolio en nuestra joven democracia. Sólo hubo que inyectarnos ingentes cantidades del nuevo «remedio» llamado euro para que las cosas se desbocaran por completo.
Deberíamos trabajar por un gran consenso popular para construir un nuevo marco Constitucional que haga imposible vuelva a ocurrir lo que estamos viviendo.
Que la forma de Jefatura de Estado (monarquía-república) sea revisable cada 15 años con los requisitos que se establezcan. Que todos los mandatos políticos no lo sean por más de 8 años… tantas ideas que están aquí, entre nosotros.
Que las leyes electorales abran el abanico ideológico… ¿No estamos a favor de que exista la competencia para mejor funcionamiento de los mercados?
En este viaje de gran consenso se establecerán extraños compañeros de cama, el PP se dividiría…
Pero seguro que el nombre o listas de posibles Mario Monti españoles ya están sobre la mesa de despachos lejanos en montañas perdidas…
Si no hay una reacción ciudadana pacífica y masiva crecerá la ultraderecha violenta y su reacción por el extremo opuesto.
Miremos a Grecia.

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jorge 6 de febrero de 2013 at 10:55

Ya te oi parte de esas reflexiones en la asamblea constituyente de IAb en Andalucia,… y aunque levantaron el debate en esa asamblea, y algunas cosas sonaban bastante provocadoras,… solo comentarte que cada vez que las vuelvo a pensar y ahora a releer estoy mas de acuerdo contigo. Mucha suerte en tu objetivo que es compartido por la inmensa mayoria de esta sociedad ( los de abajo) y ojala las personas con autoridad politica y moral y con credibilidad en este pais, lleguen a compartir, al menos una parte de tus reflexiones. Enhorabuena y Suerte… especialmente en los proximos dias

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Fernando López 6 de febrero de 2013 at 11:08

Muy estimado profesor:
Pertenezco a esa generación de los que tuvimos que soportar toda la dictadura fascista de Franco, y que, cuando llegó la Transición, cerramos la puerta al pasado y le pusimos tres pilares o filtros culturales apoyándonos en tres sentencias que divulgábamos con el menor pudor: primero la calificamos de, «Una gesta maravillosa», en segundo lugar la consideramos una «Transición modélica» y por último, para justificar nuestra impotencia, decíamos: «Hicimos lo que pudimos».
Estoy totalmente de acuerdo con el profesor Navarro y contigo en la conveniencia de analizar la Transición española como una correlación de fuerzas más que de una lucha social contra la opresión del mal llamado «franquismo», pues a los intereses de los grandes negocios en Europa y las ofertas de mercado en una sociedad de capitalismo avanzado de poco les servían aquellos nostálgicos de su caudillo, pues por entonces todavía andaban sumidos en un país decimonónico, clerical y absolutista en nada parecidos a los que iban configurando la actual UE. Reconozcamos de una puñetera vez que los que lideraron a los partidarios de la democracia social se vieron obligados a pactar con el liberalismo económico para introducir algunas de sus reivindicaciones en la Constitución; que luego se dedicaron a hacerle el trabajo sucio a aquella derecha, que sólo pretendía mantener sus privilegios de la era anterior afianzando con éxito la reinstauración monárquica impuesta por Franco; etc.,,, y no puedo olvidar que todavía admitimos la indignidad de que todavía haya mal enterrados en cunetas miles y miles de los que lucharon antes que nosotros por la democracia.
De aquella transición proceden: la deriva y desgobierno de todos los valores públicos; una ley electoral hecha para que el votar estuviera guiado por una ley de hierro descaradamente sesgada hacia el bipartidismo; la coexistencia intratable de fanatismos o sectarismos de dos colores,… Ya va siendo hora de admitir que su contexto nunca ha dejado de ser el conflicto que marcó el siglo XX y que continúa ahora en el siglo XXI entre los poderes financieros, banca y gran patronal contra las clases populares, que intentan conseguir o conservar una calidad de vida que consideran justa como debe corresponder a su renta del trabajo.
Entre otras muchas muestras supongo que las que he citado son suficientes para concluir que la democracia española se ha caracterizado durante más de treinta años por haber dejado a nuestro país sin orgullo cívico y a su futuro democrático sin raíces, esquelético y sin porvenir y, a partir de ahí, las amenazas y riesgos, que han venido acechando a nuestra existencia colectiva, siguen siendo especialmente peligrosos sobre todo en un momento en el que la corrupción nos ha situado en una particular indefensión. Es innecesario añadir otras debilidades o incongruencias de nuestra democracia, porque, en definitiva, lo que conseguimos se puede apelar, como ya dicen muchos, una «transacción», mejor que como una transición.
Ahora, con la aparente victoria una vez más de las fuerzas económicas y de las ideas cavernarias, vivimos en una asimetría feroz, que nos genera inseguridad total, porque no disponemos de los imprescindibles instrumentos críticos de la política, no tenemos herramientas ni competencias morales para pensar el futuro, por lo que seguimos en pérdida de la noción y vivimos en tensión entre lo que buscamos, lo que nos podemos encontrar y lo que nos dejan como sobras. La ciudadanía de nuestra democracia, al retirarse al refugio de las esferas privadas bajo el dominio del mercado, ha dado la espalda al espacio público y a su deber cívico de ocuparse del bien y de la ética común. Conseguir por ahora cualquier tipo de imprescindible regeneración, tengo la triste impresión de que puede resultar un trabajo casi imposible, porque nuestra sociedad está muy fragmentada y transversalmente «la mentira, -como decía Saramago en su blog en septiembre de 2008-, circula impunemente por todas partes y se ha convertido en otra verdad» y por ello la confianza que cohesiona a una sociedad y a sus instituciones se ha desvanecido. (Antes de morir él ya afirmaba que en estos tiempos todavía no existe un sujeto con entidad moral, libre de mentira, capaz de abordar esta tarea).
A pesar de todo, me tengo que quedar con lo que afirma Bauman, en su última publicación «Esto no es un diario» (2012), cuando dice: Eso no quiere decir que no debamos intentarlo y con urgencia, aunque sólo sea para recuperar nuestra confianza en la posibilidad de la verdad.
Dicho esto, con la brutal explosión de las cloacas corruptas, no dejo de buscar y no termino de encontrar entre tantas heces esa «garganta profunda» (así la denomina un amigo) que está engullendo, deglutiendo y defecando (¡por fin!) ese bolo inconmensurable e insoportable que ha sido y es la historia de nuestro país desde el golpe de estado contra la II República.
Hoy me he encontrado con esta joya que es tu artículo, que te agradezco vivamente porque nos aportas nuevas luces para seguir ordenando un tanto las piezas del cada día más inestable tablero en el que vivimos.

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Javier 6 de febrero de 2013 at 11:55

Iván, un diez en tus comentarios ¡¡Fantástico!!

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José Andrés Ruiz 6 de febrero de 2013 at 13:23

Cada vez veo más cerca una TECNOCRACIA en nuestro país, y si no fijaros en cómo estaba Grecia o Italia antes de que se la impusieran. ¿Quiénes han sacado a la luz el escándalo del PP? No tengo dudas de que han sido los sectores más liberales de este país, con la intención de derribar al gobierno y que Europa nos instaure una tecnocracia, porque como bien demuestra Juan, ahora mismo sería muy dificil un gobierno salido de las urnas (si no se ponen de acuerdo dos partidos mayoritarios ¿cómo se van a poner 4 o 5 minoritarios?). Recordad como en Italia atacaron a Berlusconi hasta que lo echaron, y para qué, ¿para mejor? NO, para que Europa tuviera vía libre para la DICTADURA TECNOCRÁTICA.

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Carlos 6 de febrero de 2013 at 13:37

Mi tributo a los participantes en este foro que recién conocí por su gran nivel y profundidad de análisis. Encantado de haber recalado aquí. Gracias

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Alfonso Casas 6 de febrero de 2013 at 14:55

Tdos tenemos culpa, evidentemente unos mas que otros, desde los inicio de la DEMOSGRACIA, (QUE NO FUERON PEORES) todos aceptamos, algunos con pocos conocimientos o información de lo que se estaba cociendo, y otros realmente engañando al pueblo.
De la derecha, incluida iglesia y poderes fácticos, ni opino, ya que estos sean los que menos han engañado, son los de arriba y a la derecha, y siempre van a procurar que el pueblo este abajo y calladito, procurando hacer pobres para poder hacer caridad.
De los SOCIOLISTOS, son los de arriba a la izquierda, ayudados por los sindicalistos, entresuelo izquierda, estos si, nos engañaron y bien, el único que dimitió y no se por que, fue Rafael Escuredo. De IU escalera iz 1º derecha, el Sr. Anguita tampoco engañó o esa es mi percepción, programa, programa, programa, esto tenía en contra, que había que trabajar y tomar decisiones, y el pueblo, no esta preparado, ni para pensar ni para decidir, y bien que lo han hecho todos los demás, han ido tomando todas las decisiones por nosotros, desde vender el país a sus amigos hasta modificar el estatuto de los trabajadores sin nuestro consentimiento.
desde los año 80 llevo pidiendo que se partan los carnet, y me han tildado de facha.
Si este pueblo de maria santisima le dedicara el mismo tiempo que le dedican a engominarse a pensar y actuar, otro gallo cantaría, no es cuestión de hacer los 7 trabajos de Hércules, tenemos un ejemplo muy cerca Islandia, pero este pueblo tiene educación, y responsabilidad, y nosotros estamos muy lejos

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Beimler 7 de febrero de 2013 at 09:53

Sin embargo hay diferencia entre el PP y los nacionalismos de derechas catalán y vasco.El PNV formó parte del Gobierno de la República durante la guerra,Convergencia no(pero sí Esquerra Republicana),pero el fundador de una de las dos ramas del partido,la única que existía por entonces,fue fusilado por los fascistas en Burgos.Yo he vivido los años de la Transición,y desde el principio me quedó muy claro que había dos grandes sectores

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Beimler 7 de febrero de 2013 at 09:54

(perdón,continúo)
…que había dos grandes sectores excluidos del régimen:Lo

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Beimler 7 de febrero de 2013 at 10:13

(Que desastre. lo siento muchísimo.Con su permiso,continúo)
que había dos grandes sectores excluídos del régimen que se estaba instaurando:Lo que podríamos llamar el «socialismo»,el movimiento obrero(no el PSOE,desde luego,que por entonces ya se había convertido al capitalismo,pero sí el PCE y las Comisiones Obreras),y el otro el de las nacionalidades minoritarias.Con la dictadura actual de la Troika,se ha añadido un nuevo sector,el de las clases medias que están siendo barridas y empujadas hacia la clase trabajadora.Ahora se está produciendo una confluencia de reivindicaciones sociales,democráticas y de las nacionalidades minoritarias,y es el momento oportuno de construir un frente popular,democrático,o como se le quiera llamar,que agrupe a los trabajadores,las clases medias y a los vascos, catalanes y gallegos democráticos(y a las mujeres),en una sola lucha liberadora,como ha sido siempre en nuestra Historia.

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Beimler 7 de febrero de 2013 at 16:56

Si me lo permite,profesor,quisiera añadir que no es necesario tampoco un frente popular o democrático,es suficiente algún tipo de acuerdo.El Pacto de San Sebastián,por ejemplo,que tanto éxito tuvo,no era más que un acuerdo sobre algunos puntos básicos,que dejaba mucha autonomía a las distintas fuerzas integrantes.

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Jano 7 de febrero de 2013 at 21:39

¡Bueno, bueno!
¡Qué nivel de foro ha despertadu su artículo! ¡¡¡da gusto!!!
Quiero añadir alguna cosilla y (creo) a lo mejor repetirme en alguna idea. Si es así pido disculpas.
El artículo es impecable, pero (salvando el palelismo): de igual forma que «con las prisas por enfrentarse a Stalin» los americanos «desnazificaron» deprisa y corriendo alemania a la que pusieron los sellos de «democrática y muy leal» en un pis pas (tal como se ridiculiza deliciosamente de la película » ¡Un,Dos,Tres! de Wilder) y -en efecto- los de Nüremberg dejó «demasiada gente fuera» Se nos olvida lo que condicinó ETA la «desfranquización» de España. ¿Cuántos fascistas se quedaron empotrados en el sistema con la excusa de la «lucha contra ETA? ¿Cuántos culos hubo que lamer para «compensar» sus crímenes? ¿por cuánto nos vendió Francia su amable «colaboración? ¿acabaremos de «agradecerlo debidamente» alguna vez?. Creo que en algún momento deberá revisarse hasta qué punto la presencia de ETA impidió cortar en seco la presencia del franquismo (¡Y LAS FUERZAS ECONÓMICAS Y CHANCHULLERAS DE LAS QUE HABLÁIS!) en todas las instituciones del estado. ¡¡¡qué buena excusa resultó para no poder hacer una limpieza a fondo en el sistema!!! ¿no creeis?.
Por otra parte, como creo que alguna vez he dicho, esto cada vez se parece más al mamoneo que se traían los liberales y los conservadores en la España de la restauración. A estos sinvergüenzas de ahora les falta establecer ABIERTAMENTE «cesantíaa» para sus enchufados cuando pierden el cargo a dedo. En aquella España el «revulsivo» fué la izquierda. ¿Quién no recuerda lo que supuso la llegada de Pablo Iglesias al parlamento?
Pues bien: su partido es ahora el mismo mamón que fué en la restauración el partido liberal: ocupa de facto su puesto. Los cavernícolas del PP creo que siguen siendo los mismos que los de entonces. Nunca han tenido necesidad de cambiar más que de nombre.
Finalmente: ¿hay remedio? SI. pero para ello es imprescindible que el PSOE se haga el hara-kiri. Es preciso que renuncie a ocupar una izquierda QUE YA NO ES. Debe transformarse en la derecha civilizada (homologable a la derecha civilizada europea) más la suma de algunos decentes (que los hay) en el PP. Lógicamente a la derecha del PP le saldrá un partido «lepenero» como en Francia (admitamos de forma realista, que en España hay entre un millón y tres millones de votos fascistas, xenófobos, homófobos y racistas) y confiemos en que -una vez despejado el campo de la izquierda- aparezca una nueva formación ésta sí TRANSFORMADORA que tiene que salir del actual movimiento ciudadano, social-ecologista más lo que ha quedado salvable del naufragio de la izquierda estalinista.
Amén de todo esto: EUROPA. En los años 30 la corriente que venía de Europa hacía poco menos que imposible la democracia, propiciando la guerra civil (sea abierta como en España, o encubierta como en Francia, Italia etc.) Ahora la peste ultraliberal que viene de Europa, es posible que arruine cualquier forma de arreglar las cosas si una lucha finalmente a muerte como entonces.
Esperemos verlo.
Un abrazo

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Carlos 10 de febrero de 2013 at 11:08

Cada día que pasa estoy más convencido, y creo, que el estallido de la crisis por las cuentas y papeles de LB, colocando al Sr. Rajoy y su partido de gobierno -que conserva los resortes de la mayoría absoluta- en una situación de total debilidad, son del máximo interés y conveniencia para Alemania, el BCE, y el FMI; supone una intervención de hecho del gobierno de España -que caería a la menor indicación de los anteriores- lo que unido a que el único rasgo marcado de la personalidad de Don Tancredo es «esperar y ver» «aguantar el chaparrón por si escampa» «hacer como que me resbala todo, pues después de todo sólo actúo por el bien de España, por encima de cálculos electorales»… Vamos que tenemos agonía para Rato; salvo que aparezca una nueva cabeza de caballo cortada a los pies de la cama…

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Carlos 10 de febrero de 2013 at 11:10

Añado: no hace ya falta que pidamos el «rescate» o «ayuda», pero si lo pedimos también les vendrá bien (y cuanto más tarde peor para España, según dicen)

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