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Artículo del alcalde Cádiz: "Señores del PP: sí, soy un perdedor"

Por su interés y porque comparto lo que para el alcalde de Cádiz, José María González Santos de Podemos, significa ser ganador o perdedor en la vida, reproduzco su artículo publicado en Diario de Cádiz el pasado día 3.

«Señores del PP: sí, soy un perdedor». Por José María González Santos

EL pasado miércoles eran portada de Diario de Cádiz unas declaraciones de Antonio Sanz, delegado del Gobierno en Andalucía y presidente del PP en Cádiz, en las que eufórico por los resultados electorales decía «Kichi, eres un perdedor». Ni siquiera me incomodó. Recordé reflexiones cercanas de un compañero que me contaba que en los Estados Unidos el dogma del individualismo había conseguido que a los pobres se les llamara losers (perdedores). Que te echan del trabajo, eres un loser; que te echan de tu casa, eres un loser; que tienes que cerrar tu negocio, eres un loser. De esta forma si no se ha cumplido tu ‘sueño americano’, al alcance de cualquiera, no es por tu contexto familiar o social, por el devenir de la economía o de tu economía, por la falta de políticas redistributivas y de apoyo a los pequeños o por la dictadura de los mercados, que tiende a ser hereditaria, sino por una especie de incapacidad personal, por ser por naturaleza o por torpeza un «perdedor». Yo me reconozco en esa palabra. No soy pobre pero me tocó nacer en Rotterdam porque mi padre tuvo que irse allí a trabajar de soldador, porque aquí no había faena, y luego a Cantabria, Sudáfrica y hasta al Golfo Pérsico. A donde fuera para buscar el pan que yo comía. Nosotros fuimos de los «perdedores» de la reconversión industrial. Me reconozco en esa palabra porque mi madre trabajaba como tantas mujeres en esta ciudad como empleada doméstica sin contrato, sin horario, sin convenio, sin desempleo, sin derechos. Nosotras fuimos «perdedoras» de la precariedad impuesta al servicio doméstico hasta nuestros días, y digo «perdedoras» porque la feminización de la precariedad es una norma, especialmente la que tiene que ver con el servicio doméstico siempre interesadamente desregulado y carente de los derechos propios de otras profesiones.

Fuimos también «perdedores» cuando mi hermana tuvo que volver a coger las maletas para irse a Castellón a trabajar de lo que fuera con mi cuñado. Me perdí años de disfrutar a mi padre y me perdí años de disfrutar de mi hermana porque una broma macabra había decidido que Cádiz tenía que parir manos para la riqueza, el talento, el trabajo y los abrazos en tierras extrañas. Esas fueron dos grandes pérdidas. He sido un gran «perdedor» de cosas importantes toda mi vida.

Me reconozco en esa palabra, porque mientras usted, señor Sanz, lleva 22 años bajando de coches oficiales, porque usted es sin duda un «ganador», yo empecé a trabajar con 18 años de hamaquero en la playa, luego descargando cajas de pescado congelado por tres euros la hora, de camarero sin contrato en bares, de profesor interino cinco años dando vueltas por Andalucía (desde Albox a Algeciras pasando por Luque o Motril) y luego con plaza en propiedad desde hace ocho años cogiendo de nuevo la maleta para ir a trabajar entre otros lugares a Tabernas (Almería). Por cierto, y pese a lo que interesadamente se cuchichea, nunca me he tenido que pedir ninguna baja por depresión, afortunadamente. Sí he sido delegado sindical de Ustea elegido por mis compañeros y compañeras docentes, dos años, y muy orgulloso por haberlo hecho en un sindicato como Ustea en el que se limitan temporalmente las liberaciones como hacemos en Podemos con los cargos públicos. Orgulloso también por lo que conseguimos en aquellos dos años de trabajo en defensa de la Educación y del empleo público.

Mi padre perdió su salud por culpa de la precariedad. He perdido a mi familia a tiempo parcial por culpa del paro y también pude haber perdido mis sueños. Un día que no se me olvidará, el día que me hice adulto, mi padre me pidió que eligiera entre el mono de Astilleros y la capacha o seguir estudiando. Pero decidí perseguir mi sueño de ser historiador, de ser profesor. Y no lo conseguí solamente por méritos propios, porque lo del sueño americano es un camelo. Lo conseguí porque tenemos un sistema de Educación pública que su partido, señor Sanz, no ha parado de recortar. Lo conseguí gracias a las becas para las personas que nacieron como yo en un entorno «perdedor» y que su partido no ha parado de limitar. Lo conseguí gracias a la existencia de una Universidad pública que sigue en pie de milagro asfixiada económicamente, encarecida para el estudiantado y mercantilizada a pasos agigantados como resultado de sus políticas, señores del Partido Popular.
No me duele que ustedes brinden con champán por recuperarse mínimamente de la caída más dura de la historia de su partido. Sigo siendo el alcalde de esta ciudad y eso no es una victoria personal sino el resultado de un proceso irremediablemente de cambio, pese a que no lo vean en su borrachera de poder. Un proceso que hizo que un «perdedor» como yo tuviera el honor y la enorme responsabilidad de representar a sus vecinos y vecinas no 22 años como usted, señor Sanz, sino ocho como máximo por decisión propia, sin mudarme de barrio, con mi sueldo de profesor, sin un coche oficial aparcado en la puerta de mi casa y habiendo pedido a los tres escoltas que me acompañaron el día de la investidura que volvieran a su puesto. Lo que «gane» en estos ocho años no será para mí. A diferencia de usted, esto para mí es un periodo excepcional en mi vida, un periodo de sacrificio, de «perder» en lo personal. Lo que «gane» no será para mí sino para tratar de contribuir a que la siguiente generación de gaditanas y gaditanos no tengan que ser siempre «perdedores». Señor Sanz, que le sea leve la resaca.

7 comentarios

María Pilar Lafarga Sancho 5 de julio de 2016 at 15:19

A ver si se aplican el cuento…claro que no les interesa y harán caso omiso pero la política es servicio a los demás no solo al propio bolsillo y amiguetes. Me gusta esa actitud. Mucha gente solo hemos conocido lo negativo de Podemos, que si va a arrasar, romper el sistema…

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manuel murcia calatayud 5 de julio de 2016 at 23:13

No entiendo lo que quiere decir el señor alcalde «Kichi» , lo que relata es la vida del 99% de los españolitos, o piensa que todos los que no son comunistoides, son niños de papa? Por cierto, ha estudiado con becas,en sistema educativo público…. no todos hemos tenido la misma suerte. Pienso que algunos creen que se puede vivir en el país de las maravillas, pero la realidad es muy cruel. Pura utopía.

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JOSÉ ANTONIO 6 de julio de 2016 at 20:28

Su comentario hace cierto eso de que la estupidez no conoce límites y la miseria humana es más que infinita. Lamentablente hay mucho descerebrado en ese país como usted. Lástima que se lea tan poco y se rebuzno tanto.

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Julio Figueroa 7 de julio de 2016 at 11:44

Si has estudiado creo que sabes bien a quien va dirigido el artículo. Si te has sentido tocado por algo será, pero no para denostar lo que bien se ha escrito y si así es arguméntalo. Otra cosa, si has gozado de la educación pública, sabes quién la ganó para ti?

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felix gil 6 de julio de 2016 at 10:44

Las reflexiones de Kichi coinciden con la publicación de un estudio en el que dos historiadores uidentifican el atraso andaluz en el modo en que se distribuyeron las tierras durante la Reconquista. Se llaman latifundios. A su dueño le basta con explotar una mínima parte para tener de todo. El resto ha quedado siempre ociosa, como quienes tenían que trabajar en ella. Y así durante veinte generaciones. Kichi es de Cádiz. La provincia con más latifundios de España. La provincia con más parados de España. No hay perdedores. Lo que hay es un resto de un sistema de propiedad que no se encuentra en ninguna parte de Europa. Se arregla con impuestos, como los que en Gran Bretaña pusieron tras la primera guerra mundial y que, junto a la gran mortandad de los hijos de los lores en esa contienda, aniquiló el sistema latifundista.
En España es todavía más fácil. El IBI rústico no se ha acompasado a la subida de los suelos agrarios desde antes de la transición, a diferencia del IBI urbano que si lo ha hecho. Ahora una hectárea de olivar, la tierra más cara de España, paga de IBI 20€ al año. Y su valor de mercado es del orden de 20.000€. Un uno por mil. Trabajo para nuestros dipùtados.

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Mario Pla 12 de julio de 2016 at 23:24

Creo que fue Antonio Machado, otro «perdedor», quien dijo aquello de «En España, de diez cabezas una piensa y nueve embisten». Por desgracia no hemos cambiado.

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Andres Niporesas 21 de julio de 2016 at 23:13

Me gusta, siempre que puedo y mi mujer accede, en el verano pasarme por Cadiz. Este año lo he podido hacer como también lo hice hace 2 años. !Qué diferencia! Hoy Cadiz es una ciudad limpia con unas fachadas relucientes, con vida cultural, con una playa modernizada gracias al esfuerzo de su ayuntamiento dirigido por ese «perdedor» llamado Kichi. Ojala, los perdedores como tu se multipliquen y limpiemos a España de los mangantes que se llenan sus bolsillos limpiando los nuestros.
Un saludo Kichi, de otro perdedor !A mucha honra!.

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