Ganas de Escribir. Página web de Juan Torres López

Incendiarios de aulas

En mi artículo de esta semana en El País Andalucía escribo sobre las críticas que se le vienen haciendo a la universidad española, a mi juicio cargadas de mala intención y de exagerada condena. Yo creo que el «templo de la inteligencia», como la definió Unamuno, es más necesario que nunca para que florezca la concordia, el respeto y la paz en una sociedad cada vez más dada al cainismo y la violencia. Puede leerse aquí.

7 comentarios

Antonio Gonzalez 24 de diciembre de 2014 at 02:40

Quizas todo lo dicho en el penúltimo párrafo sea el origen
del problema, ese papel para la universidad ya no interesa.

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José Luis de la Fuente O'Connor 24 de diciembre de 2014 at 09:42

Estimado Juan:
Estoy contigo y se ha pasado recientemente a juzgar interesadamente, aunque sin un norte claro, al conjunto de la Universidad, por anécdotas que son peccata minuta.
En cualquier caso, el futuro de nuestra universidad debe reconsiderarse seriamente pues hay varios factores que confluyen en ella que pueden convertirla en una institución de la sociedad sin mucho peso.
En este artículo
http://cincodias.com/cincodias/2014/09/05/economia/1409938467_869635.html
analizaba esa situación y aportaba mis modestas sugerencias para transformar ese horizonte oscuro en lo que puede ser la luz que ilumine nuestra sociedad y dinamice la vida cultural y de pensamiento en la misma.
Espero aporte algo al debate.

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Daniel 24 de diciembre de 2014 at 11:13

De acuerdo: Hay que modificar el funcionamiento de la universidad, sin duda. Los sindicatos, por lo menos en Valladolid, están más preocupados por el PAS, que por el PDI, cosa errónea, pues si no hay un PDI consolidado, fuerte, bien atendido, cualificado, no puede existir un PAS. Primero es el alumnado, luego el PDI y por último el PAS.
Y otra cosa, hay que dar un golpe fuerte sobre la mesa: fortalecer la Universidad Pública, dotarla de medios, de estructuras y que sea prioritaria sobre la privada que están apareciendo como setas en en el Estado Español, sin haber llovido. La lluvia tiene que ser para la pública y subsidiariamente vendrá luego la privada. Como tendría que pasar en la secundaria y primaria, que cada día se pierden más estructuras, más docentes y llegará el día que el maestro se tenga que llevar la tiza de casa, pues en Castilla y León, ya se llevan los folios para el examen. Esto tiene que cambiar.

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José Manuel 24 de diciembre de 2014 at 18:43

Que haya universidades privadas, me parece muy bien, y que vaya a ellas, quien se las pueda pagar. La única condición que yo pondría, consiste en que, los alumnos de la privada, sean examinados en la pública, por profesores de la pública. Se están dando licenciaturas y algún que otro master, a golpe de cartera, de tal guisa que, quienes no son capaces de conseguir los títulos en la pública, los consiguen en la privada, si se la pueden pagar, claro.

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Carlos 24 de diciembre de 2014 at 19:13

Querido profesor: permítame discrepar, en esta ocasión, de su opinión. Como ya habrá oído en tantas y tantas ocasiones, la Universidad española es hoy un ente plenamente «endogámico», centrado en sus propios intereses personales y egoístas…
La Universidad debía ser, sí, todo eso que Vd dice en su artículo; pero, hoy en día,… no lo es. Cuando miramos, por ejemplo, el ranking de calidad de las Universidades a nivel mundial, ¿en qué puesto se encuentra la primera española?… ¿150? ¿180? ¿200?. No parece razonable que un país que, en el plano económico, se encuentra, quizás, entre las primeras 20 potencias mundiales, no tenga ni una Universidad suya entre, siquiera, las primeras 100 del mundo. Algo falla, no?.
Vd imparte clases en la Universidad de Sevilla; la que yo vivo más de cerca es la de Cádiz, por mi domicilio en San Fernando. Créame: un desastre, sin paliativos… Una Universidad de pésimo funcionamiento, en el que nadie sabe nada. Y ya lo que le faltaba: las famosas «tarjetas black»… Por si le faltaba algo, claro…
En fin, le deseo unas Felices Fiestas, como no…

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Antonio Madariaga 24 de diciembre de 2014 at 19:37

Amigo Juan, aprovecho para desearte felices fiestas.
Discrepo que tu intento de evitar que se critique incluso que se juzgue al mundo universitario. A todos los españoles nos cuesta mucho mantener las estructuras universitarias de este país, es un servicio público y como tal debe dar respuesta a las demandas de la sociedad en general. Un servicio público que lleva decenios padeciendo anacronismos, y en las ultimas décadas no dice nada a la sociedad, no lidera nada, no dinamiza nada. Lo de la globalización no es excusa. Debe ser un templo de inteligencia, pero también punta de lanza de la sociedad, critica con los poderes democráticos, exigente con la justicia y la pluralidad, laboratorio de progreso y dignidad. La universidad debe formar personas criticas y solidarias, y de eso, hace tiempo, que carecemos. Te recuerdo que no hay una sola universidad española entre las 200 más eficientes del planeta, algo tendréis que decir profesores/as y catedráticos/as a esto.

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Jano 25 de diciembre de 2014 at 13:34

Buenas.
En general coincido con el artículo y con la opinión de los que comentan despues. No creo que se pueda ver la Universidad desde un único punto de vista, porque es absolutamente poliédrica. así en conjunto, de la «univerdidad» se puedes decir -y será cierto- «esto» y lo contrario: endogamia, «mamoneo» con los recursos de «libre disposición» falta de rigor, «venta de títulos» en los chiringuitos privados….creo que hay de todo.
Con todo y en esto coincido con Juan Torres, es que se está intentando (y desgraciadamente en no pocos casos logrando) que la universidad, NO SEA Universidad: centro de pensamiento crítico y discusión científica. Vamos, que trata de logar individuos «cojos» sea de la pata de letras, sea de la pata de ciencias. Tipos que dominan «su especialidad» pero de forma ACRÍTICA con el sistema y lo que le rodea: lo que yo llamo «licenciados de hacer la «O» con el culo de un vaso». Vasos de culo redondo, cuadrado, ovalado, trialgular….creo que ese y no otro es el problema. Amén del peligro real de tener que admitir al lado de gente que se ha currado un título en una Facultad seria, a un cantamañanas que se lo ha comprado en un chiringuito privado de estos por los que babea el ultraliberalismo rampante.

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