Ganas de Escribir. Página web de Juan Torres López

Las grandes empresas no son lo que nos dicen

Uno de los errores más habituales en cuestiones economicas (inducido por la literatura mayoritaria) consiste en creer que las grandes empresas son las más avanzadas, las que gestionan mejor, las más productivas, las que se encuentran en la vanguardia de la innovación, las que más empleo crean y las que mejor resuelven los problemas de las personas, de las demás empresas y de la economía general. De ahí a que sus intereses se confundan con los de la sociedad en su conjunto, o a que su marca se identifique con la nacional (Marca España), no hay nada más que un paso

La realidad es otra.

Aunque los defensores del capitalismo achacan sus virtudes a que promueve la competencia y el buen funcionamiento de los mercados, lo cierto es justamente todo lo contrario. La historia de la economía capitalista es la de la lucha de las empresas para acabar con la competencia, aumentando su poder de mercado y concentrando cada vez más el capital.

Los datos no dejan lugar a dudas.

Según informe reciente (aquí), el 65% de las ganancias mundiales antes de impuestos corresponde a las empresas que ganan más de 1.000 millones de dólares. Y el 10% que más gana de ellas, captura el 80 % de todos los beneficios que generan.

En Estados Unidos, cinco bancos controlan el 80% de los activos, cuatro compañías todo el tráfico aéreo, dos grandes empresas el 90% de toda la cerveza que se bebe allí, un solo proveedor el acceso a internet del 75% de los hogares. Y esa concentración no ha parado de crecer: hace 30 años, por ejemplo, el 90% de la industria de los medios de comunicación de Estados Unidos se concentraba en 50 empresas, hoy día en sólo 6; y en los últimos 20 años, 4 grandes bancos han pasado a ocupar el lugar que antes correspondía a 37.

Una investigación publicada en 2011 (aquí) reveló que el 80% del valor de las 43.000 compañías multinacionales más grandes del planeta estaba controlado por 737 accionistas y el 40% por sólo 146. Hoy día, la situación sería peor porque se ha demostrado que en las últimas dos décadas, el 75% de las empresas estadounidenses han aumentado sus niveles de concentración de capital (aquí).

Pues bien, a diferencia de lo que se quiere hacer creer (normalmente por parte de las propias grandes empresas que contratan a economistas, políticos o periodistas y compran medios de comunicación o centros académicos para ello) esta concentración orientada a incrementar el poder de mercado de las empresas no las hace más productivas e innovadoras, sino justamente lo contrario.

Hace unos días se publicó una investigación de Germán Gutiérrez y Thomas Philippon (aquí) que demuestra que en los últimos 60 años las grandes empresas han disminuido en un 40% su contribución al aumento de la productividad en la economía de Estados Unidos y que hoy día su contribución es cero. Tampoco ahora emplean a más trabajadores, a pesar de su mayor tamaño y presencia en el mercado, ni es mayor el porcentaje de sus ventas sobre el PIB.

Esos mismos autores han demostrado que la razón de la cada vez más baja contribución de las grandes empresas a tirar del carro de la economía se debe a que la concentración y el creciente poder de mercado es un desincentivo para la inversión, entre otras cosas, porque ahora obtienen más beneficios que las de hace 60 años simplemente porque pagan muchos menos impuestos.

Ya lo saben. Cuando les pongan como ejemplo a empresas como Amazon, Facebook, Google, Apple… o en España a Telefónica, Repsol, Endesa… y otras de ese tipo, cuando les quieran convencer de que hay que satisfacer sus intereses porque ellas son las que tiran de la productividad y, en general, de todas nuestras economías, no hagan caso. El inmenso poder de esas grandes empresas es directamente proporcional a su ineficiencia. Más vale controlarlas y someterlas que dejarlas hacer porque son ellas las que destruyen la competencia y los mercados y las que traen consigo las crisis y las pérdidas de empleo y bienestar.

9 comentarios

Antonio Gonzalez 24 de marzo de 2019 at 13:12

Y al final todo eso es una gran farsa.
En el condominio donde yo vivia por un aumento en lo que cobraria la empresa que se encargaba de recoger la basura se decidio cambiarla por otra y asi se hizo.
A los pocos dias del cambio note que la basura era recogida por el mismo camion que antes del cambio y puse a analizar el asunto.
Resulto que la basura se le pagaba a la nueva empresa pero era recogida por camiones de las cinco empresas existentes en la ciudad.
Eso indicaba que en la ciudad realmente existe una sola empresa para la recogida de
basura y lo de los nombres es para simular que no existe monopolio.
Me fui a visitar el local una de ellas y no me sorprendio ver camiones con los nombres de todas ellas.
El engaño es general y asi mismo es en las grandes compañias a lasque ahora vemos recomprar sus acciones y concentrando el capital en las pocas manos de siempre.

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Carmen herrero esteban 24 de marzo de 2019 at 19:35

En fin, cuanto más lee una más cuenta se da de la mentira en la que vivimos.

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guss 25 de marzo de 2019 at 10:26

Gracias por divulgar. Lo sospechamos, pero preferimos pensar que son las mejores, y Dan más riqueza que nadie. Pero sobre todo duele que sigan recibiendo privilegios…

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Jose Manuel Arizaga Álvarez 25 de marzo de 2019 at 00:49

Por muy manidas y recurrentes que puedan resultar este tipo de informaciones, conviene ponerlas en circulacion de vez en cuando, por la importancia que tienen en nuestra visión y juicio de las realidades económicas, políticas y sociales que nos toca vivir.
Gracias profesor.

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JANO 25 de marzo de 2019 at 13:56

Con la basura y con todo. Todas las marcas de detergentes y productos de limpieza, salen de una o dos grandes empresas, la cerveza, los componentes de los automóviles, electrodomésticos, electricidad, petróleo…TODO ES UN OLIGOPOLIO DE OFERTA. La única forma de salirse -un poco- es comprar local: pequeños productores que uno conoce comprar luz en alguna cooperativa (que ya existen) y así…pero vamos: ESTAMOS EN MANOS DE UN OLIGOPOLIO DE OFERTA GLOBAL…y desde hace mucho…

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Francisco J. Sánchez 25 de marzo de 2019 at 21:49

Todo está manipulado y corrompido en pos del dinero y la partitocracia poco hace por representar los verdaderos intereses de los ciudadanos, los cuales, en gran medida, ni siquiera son conscientes de cuales son.
Romper el circulo que une a las grandes empresas (o corporaciones), la política y la manipulación y adormecimiento de la opinión pública hoy día es una utopía.
Ningún político veo que se resista, ninguna gran empresa cumple sus compromisos de responsabilidad social corporativa para la mejora de la sociedad.
Todo es dogma excluyente hoy día en los partidos políticos, y las grandes empresas se aprovechan de la poca representatividad que existe de la ciudadanía para imponer sus condiciones abusivas.
No sé si cada vez estamos peor, si cada vez tenemos menos opciones, menos libertad para decidir nuestras vidas. No creo que a esto verdaderamente se le pueda llamar democracia. Muchas cosas habría que cambiar para ello.

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Pauet 25 de marzo de 2019 at 23:55

Artículo interesantísimo, para guardar y tener bien presente.
Me alegra ver que vuelve a tener tiempo para dedicarle a las entradas de su página.
Saludos

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Marga 5 de abril de 2019 at 13:21

Mi impresión es que las grandes empresas se pueden permitir prácticas de extracción de riqueza a las que ellas sólo tienen acceso: crean nuevas empresas «pantalla» que hacen de intermediarias, a veces varias formando cadena, y al final tienes un ejército de microemprendedores y a la vez empresarios explotadores, y todos van con el agua al cuello, porque les van traspasando riesgos, pero no beneficios.
Yo lo he visto de cerca en telecomunicaciones, en informática y en determinados servicios de limpieza …. y estoy segura de que en la construcción pasa tres cuartos de lo mismo. Lo llaman «externalización», que queda más elegante y menos depredador.

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José Javier 18 de abril de 2019 at 11:27

Buenos artículos, muy esclarecedores, muchas gracias señor Juan Torres López

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