Ganas de Escribir. Página web de Juan Torres López

Nota sobre la nueva réplica de Juan Ramón Rallo a mis artículos

El profesor Juan Rallo ha tenido de nuevo la amabilidad de dedicar su tiempo a contestar (Dinero, inflación y liberalismo: nueva réplica a Juan Torres) a los comentarios que yo hice a su primera réplica (Insisto: la tesis liberal sobre el crecimiento del dinero y la inflación es falsa. Respuesta a la réplica de J.R. Rallo) Me limito ahora a agradecérselo y a señalar unas simples matizaciones para cerrar el debate porque creo que ya no da para mucho más sin que cada uno de nosotros repita posiciones teóricas ya hace mucho tiempo asentadas en las diferentes escuelas de análisis económico.

– No voy a entrar en la discusión sobre etiquetas porque creo que eso es algo que casi no aporta nada al conocimiento. Es evidente que dentro de las más grandes corrientes económicas hay enfoques y puntos de vista singulares que, en mayor o menor medida, se separan de su núcleo central. Lleva razón el profesor Rallo, y no tengo el menor inconveniente en aceptarlo así: dentro del liberalismo entendido de la manera más genérica, como yo lo mencioné, hay a su vez diversas corrientes y perspectivas de análisis, no solo  en relación con el análisis de la moneda o los precios, sino en otras muchas materias o incluso en cuanto a la más o menos deseable presencia del Estado: no todos los liberales, por ejemplo, son anarcocapitalistas que reclaman la desaparición más completa posible del Estado.

– Me alegra que el profesor Rallo y yo estemos de acuerdo en que el crecimiento de la oferta monetaria no siempre genera inflación (aunque lleguemos a esa conclusión por diferentes vías). Es importante porque, de la asunción de esa hipótesis o de la contraria,  se deducen consecuencias de política económica muy diferentes.

– Reconozco que incluí al profesor Rallo entre los liberales que defienden que el incremento de la oferta monetaria genera siempre inflación guiándome simplemente por el subtítulo de su último libro («Por qué imprimir dinero sí genera inflación»). Reconozco que establecí una conclusión apresurada al respecto, aunque creo que el profesor Rallo estará dispuesto a reconocer a su vez que la frase de su subtítulo leída como tal no deja mucho lugar a otras interpretaciones diferentes a la que yo hice.

– No voy a entrar a debatir sobre el alcance de los análisis y datos de Richard Vague pues tendría que ser éste último quien se defendiera. Sea como sea, me parece evidente que de su análisis resulta que el crecimiento de la oferta monetaria (medida como M2) NO SIEMPRE genera inflación. Si esta última es también la tesis del profesor Rallo (aunque llegue a ello por otras vías de análisis) entiendo que también él debe estar satisfecho de que su tesis se vea ratificada por la vía que siguen autores de otra ideología, como Vague en este caso. Es más, si el profesor Rallo lleva razón en su tesis (la misma que la mía, es decir, que aumentos de la oferta monetaria no llevan consigo siempre la inflación), no le podría extrañar que Vague lo haya comprobado al analizar la realidad.

– Sí quisiera insistir en que la tesis que me achaca el profesor Rallo no es la que yo defiendo. Dice el profesor Rallo: «…no es posible sentenciar, como hace el profesor Torres, que el crecimiento de la oferta monetaria no genera inflación». Insisto, aunque solo sea para que quede clara la posición de cada uno, que esa no es mi tesis. Lo que yo «sentencio» es: el crecimiento de la oferta monetaria no genera SIEMPRE inflación. Creo que la diferencia entre ambas proposiciones es clara.

– Tampoco voy a entrar en los diferentes conceptos que utilizamos para analizar los problemas que hemos debatido. Me parece que es también evidente que las diferencias entre economistas se deben (entre otras razones) a que partimos de hipótesis y definimos conceptos de modo diferente. Y tampoco voy a tratar de convencer a nadie sobre la naturaleza y el efecto sobre la desigualdad y el bienestar que han tenido las políticas económicas (a mi juicio claramente deflacionistas) de los últimos años. Creo que nuestros lectores son lo suficientemente inteligentes como para saber discriminar y elegir entre nuestros diferentes planteamientos que, como dije al principio, no son sino expresiones de corrientes de pensamiento económico de ya muy larga tradición.

– Por último, sí tengo mucho interés en desmentir tres pensamientos o juicios que me achaca el profesor Rallo.

Primero. No es verdad que yo defienda que “nuestros intereses de clase condicionan nuestra ideología” (incluso dudo de que esa sea de veras una tesis marxista, como asegura Rallo). Nunca he dicho ni afirmado algo así, tan simple e irreal. Creo que la ideología (entendida como la define la Real Academia, es decir, como “conjunto de ideas que caracteriza el pensamiento de una persona, colectividad o época”) está condicionada por muchos factores y no solo por los intereses de clase social (sexo, raza, educación…). Si fuese como dice Rallo, las derechas no habrían ganado nunca ni una sola elección.

Segundo. Nunca en mi vida he defendido “un Estado grande”. Lo que yo he defendido siempre es un Estado del tamaño (grande o pequeño, eso me da igual) necesario para hacer posible que los seres humanos vivamos con dignidad y mínimo bienestar, en libertad y democracia.

Tercero. Yo no he dicho ni “deslizado” que el profesor Rallo u otros pensadores como él sean “ideológicamente deshonestos” y “vendidos a intereses de clase”. Entre otras cosas, porque creo que tener intereses no es algo que nos deshonre, ni como científicos, ni como ciudadanos, ni como personas. En todo caso, sería deshonesto ocultarlos y muy ingenuo creer que uno no los tiene y que somos científicos puros.

Que se pongan en mi boca ideas que no he expresado o acusaciones que no he hecho sí que me desagrada y creo que no es justo.

En cualquier caso, y como dije al comenzar, agradezco al profesor Rallo que se haya tomado la molestia de comentar mis ideas y espero que los lectores hayan aprendido algo de economía y, sobre todo, a respetar a quien no piensa como nosotros.

 

6 comentarios

dimas Carmelo 2 de marzo de 2017 at 17:45

Saludo efusivamente el tono respetuoso con el que se ha comportado en este debate. Y también su irrenunciable defensa de los hechos.

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alekine 2 de marzo de 2017 at 21:30

La diferencia entre la ideologia y la ciencia es muy nitida…(o si se prefiere… la diferencia entre una ideologia economica y una ciencia economia) … y muy facil de diferenciar una de otra:
…»la ciencia hace afirmaciones al mismo tiempo que presenta las pruebas empiricas que las respaldan. En caso contrario, las afirmaciones que hace las cataloga de congeturas …y en la ciencia hay muchas»…
…»la ideologia hace afirmaciones al mismo tiempo que degradar y no valora las pruebas empiricas que existen y niegan las afirmaciones que hace»…
Para saber si Juan Ramon Rallo es un ideologo economico o un cientifico economico solo hay que fijarse en la afirmacion principal de su tesis…
…»Lo que explico en mi artículo es que la moneda fiat es un pasivo del Estado y, por tanto, sólo se depreciará en tanto en cuanto la solvencia global del Estado se deteriore con respecto a su senda de superávits futuros esperados o a sus activos disponibles. Esta conclusión no es otra cosa que la Teoría Fiscal del Nivel de Precios, que no es cuantitativista, sino anticuantitativista.»…
…y preguntarnos que pruebas presenta para que la tomemos siquiera en consideracion … NINGUNA.
Todo su libro, todos sus articulos y toda la discursion actual se pueden resumir en la afirmacion anterior que evidentemente es imposible de analizar usando el analisis cientifico. Como buen sujetivista que es, y Juan Ramon Rallo nunca lo ha ocultado, el es un devoto defensor de la Teoria Austriaca que evidentemente no es una teoria cientifica sino una opinion subjetiva de la realidad economicas es decir … una ideologia.

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JANO 4 de marzo de 2017 at 15:22

Muchas gracias profesor Torres, por ser como es: HONRADO. Podrá acertar o equivocarse, pero JAMÁS A PROPÓSITO.
Por lo demás: yo sí soy partidario del Estado. De un estado fuerte que ampare al ciudadano. Un estado fuerte representado por un gobierno al que se pueda pedir cuentas.
Las tesis de los austriacos, en último extremo, NIEGAN LA DEMOCRACIA (para ellos, es un «problema» no poder decidir qué hacer con la economía, porque -claro- «los votantes pueden tomar mal las recetas» que «se deben aplicar»…..y que casi siempre son: Todo para la minoría nada para la mayoría. A ellos (a sujetos como Rallo) les basta con el «estado gendarme» del XIX al servicio de las oligarquías. Lo que pasa es que se cuidan muy mucho de decirlo. A cambio, se paran el día hablando en jerga pseudocientífica.

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alekine 4 de marzo de 2017 at 19:12

Me gustaria hacer un ultimo comentario sobre este tema aun ha riesgo de ser pesado:
1) La ec. monetaria es una «necesidad logica» de la economia.
2) La existencia de pruebas empiricas que la respaldan, en una disciplina que se caracteriza por la ausencia de correlaciones fiables entre las variables que la describen, es un fuerte espaldarazo que avala su importancia en la disciplina.
3) La existencia de la estanflacion en la economia real, facilmente explicable por la ecuacion monetaria…
Tasa incremento_dinero = Tasa incremento_producto + inflacion (ec. monetaria)
Tasa incremento_dinero =0
Tasa incremento_producto = negativa
inflacion = positiva
…(ESTANFLACION -> decrecimiento producto junto a inflacion sin variacion del dinero)…
…demuestran que la ecuacion monetaria es un faro en la tormenta que indica con claridad la presencia de una ley fisica subyacente independiente del comportamiento humano.
4) El por que los economista son reacios a aceptar que existan leyes en la economia independientes del comportamiento humano… (pese a la existencia de crisis recurrentes que nadie desea y de las que se buscan siempre culpables humanos)… puede comprenderse leyendo a Steven Keen en este articulo: http://keenomics.s3.amazonaws.com/debtdeflation_media/papers/GallegattiKeenLuxOrmerod2006WorryingTrendsInEconophysics_PhysicaA370pp1-6.pdf
5) La llegada a la ciencia fisica de Galileo, Kepler y Newton tardo aproximadamente unos 10.000 años y creo que pedir un poco de paciencia…(ademas de seguir el camino que señala la ec. monetaria)… no esta de mas en este momento.

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Antonio 4 de marzo de 2017 at 21:48

Puede haber quienes digieran mi despreocupado comentario, interpretándolo como catastrófico, falto de ánimo de lucha e inocuo en el foro. Deficiente en cuanto al instinto de supervivencia esperado, para soplar y sorber «el sistema» hirviendo . Nada más lejos de la realidad.
Quizá lo piense usted, señor Torres, y eso es lo que más cachondo (intelectualmente hablando, me pone y mucho…)
No hay ningún atisbo de recuperación o yendo al más allá, una solución divina a todo cuanto está por acontecer, después de siglos de políticas económicas abusivas y nefastas para el ciudadano de «a pie»…
Usted es economista. Una persona ilustre y con una credibilidad máxima entorno a sus artículos, análisis, y también mesías de doctrinas, a mi parecer ya caducas, y como usted intenta hacer entender en su libro y entrevistas, engañosas a corto y medio plazo.
Pero mi humilde intención, no es desmoralizar o arrebatar las expectativas de nadie. Es más, ya me gustaría oír a sus vuecencias estudiosas, intelectuales y catedráticos en la materia, que todo volverá a ser como antes, que el «España va bien» y «el estado de bienestar», será un precioso «boomerang» en vez de una pesadilla sin retorno…
No miento, si digo que no me importa. Digo la verdad incompleta porque nunca la tuve al cien por cien, como todos.
Y aunque, serán muy pocos los afortunados en escuchar la sirena y muchos menos los que correrán a un refugio nuclear inexistente, seguiré creyendo en que la película, acabará bien.
«De ilusiones, vive el tonto los cojones».
A lo mejor el «juego», acaba de empezar…
Un enorme abrazo, Juan.
Antonio.

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ArktosUrsus 8 de marzo de 2017 at 08:59

Muchas gracias profesor Torrres. Por la claridad de sus ideas, por defender intereses comunes de la mayoría, pero sobre todo porque es usted de las pocas personas a las que he visto reconocer que se ha equivocado o extralimitado en un juicio o una opinión, sin perder por ello ni un ápice de su dignidad ni de firmeza en sus posturas. Cuando se carecen de funamentos técnicos, se echa la culpa al «empedrado» (ideología de clase, base marxista, Estado excesivo y opresor). Por eso muchas doctrinas «científicas» no sirven, porque no presentan ciencia sino creencias con apariencia de ciencia. Hay ciencias que pronostican mal, porque el desarrollo de la disciplina está sometido a muchas variantes que no siempre se conocen y casi nunca se controlan. Pero eso no da derecho a justificar errores sobre la base de factores exógenos. Debe de hacerse desde la misma ciencia que pronosticó el futuro fallido. Y la economía de las escuales liberales no es capaz de explicar, desde la misma teoría científica que justifióel pronóstico, por qué se ha producido el fallo: siempre se culpa a algo que a veces se configura como externo y otras veces (por ejemplo la burbuja inmobiliaria) era conocido y fue despreciado por esa teoría. Fallan demasiado (incluso en la explicación) para que convenzan sus teorías.

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