Ganas de Escribir. Página web de Juan Torres López

¿Quién debería pedir perdón a quién y por qué?

Yo soy una persona con muchos defectos como saben bien las personas que me conocen. Pero hay uno que no tengo: pido perdón sin ninguna dificultad e incluso lo he hecho muchas veces en mi vida siendo consciente de que no había muchas razones para hacerlo, pero convencido de que así reconfortaba a otra persona o la dejaba más tranquila.

Por eso no me siento ofendido ni molesto cuando el presidente mexicano López Obrador nos ha reclamado a los españoles que pidamos perdón ahora a su pueblo «por los agravios» de la conquista.

No me parece mal que se pida perdón a quienes sufrieron los inconvenientes y el daño de todo tipo que pudiera haberse producido a lo largo del tiempo como consecuencia de la conquista por los españoles de aquellos territorios. Una conquista, por cierto, que no culminó en colonización, como ocurrió con las de otras potencias en otros lugares y momentos de la historia, sino con la consideración como españoles de quienes allí vivían por entonces.

Pero me pregunto si, al igual que habría que pedir perdón por el agravio y los daños de la conquista, también habría que dar las gracias por el progreso que proporcionó la presencia en aquellas tierras de miles de personas más cultas y preparadas que ayudaron a crear los hospitales o los centros educativos más avanzados de entonces allí donde antes de su llegada no había más que retraso y en muchas ocasiones barbarie y sufrimiento.

También me pregunto quién debe pedir perdón. Da la casualidad que mi segundo apellido es López, el mismo que el primero del presidente mexicano. ¿Debo pedir yo ahora perdón a los mexicanos por lo que hicieron mis antepasados que se quedaron en España? ¿O debería ser el propio López Obrador, descendiente él sí de los conquistadores que cometieron los agravios, quien debería pedir perdón a sus conciudadanos de ahora por la avaricia y los crímenes que cometieron sus antepasados, no los míos que se quedaron aquí?

Estoy seguro de que muchos españoles que se desplazaron a aquellas tierras hace cientos de años cometieron toda clase de tropelías (lo mismo que también sabemos que otros muchos ayudaron, como he dicho, a que aquellas tierras alcanzaran un grado de progreso mucho mayor y con más antelación que si no hubieran ido). Y es justo que se reclame una lectura reparadora de esa historia. Pero ¿sólo esos han sido los hechos por los que hay que pedir perdón? ¿Pesan más sobre los mexicanos de ahora los agravios de hace 500 años que los miles de asesinatos, secuestros, torturas o robos que se cometen hoy día, cada año, sobre las gentes más humildes por los propios mexicanos que disponen, ahora, justo ahora, de un poder criminal y omnímodo?

No me siento ofendido ni mucho menos y pediría perdón con gusto a los mexicanos, a los nicaragüenses, a los hondureños, a los argentinos, a los bolivianos, a los peruanos…. a todos los pueblos de Latinoamérica. No sólo porque soy de fácil querencia por el perdón, como he dicho, sino también porque por mis venas corre (al contrario de lo que le suele pasar a la mayoría de los españoles) sangre auténtica y originariamente latinoamericana. Una rama de la familia de mi abuela paterna estaba directamente emparentada con el dominicano Máximo Gómez, el revolucionario, el liberador de hombres, aquel que cuando le ofrecieron ser presidente de Cuba lo rechazó diciendo que a él lo que le gustaba era «liberar a los hombres, no gobernarlos», el que se quejaba de que le dolía el cuerpo de los abrazos que le daban sus compatriotas agradecidos, el que murió de una infección de tanto estrechar la mano a las gentes que lo querían.

No me costaría ni me cuesta nada unirme a un perdón colectivo a los mexicanos y a todos los demás pueblos de Latinoamérica por los agravios de antaño, pero me pregunto si el perdón no se lo tienen que dar también a sí mismos muchos latinoamericanos por los crímenes (tantos o quizá más que los cometidos allí por los españoles) que ellos han cometido y cometen contra sus compatriotas. La historia de Latinoamérica no es sólo la historia de los efectos negativos de la conquista por los españoles de sus territorios, hace cinco siglos, sino también la del progreso que eso llevó consigo. Y, sobre todo, es la historia que los mismos latinoamericanos han sido capaces de poner en marcha mucho después y en ella hay muchas luces, desde luego, pero también muchas sombras de las que la humanidad no puede sentirse precisamente orgullosa, y mucho menos los propios latinoamericanos que han sufrido la avaricia y el crimen de sus clases dirigentes que ya nada deben ni tienen mucho que ver con los conquistadores.

Me pregunto sorprendido también por qué ha sido tan torpe el gobierno de España ante la petición de López Obrador. Me ha parecido que su respuesta es la de un machote altivo que se siente herido en su orgullo de ser superior, demostrando, por cierto, que para evitar las conductas masculinas o simplemente machistas no basta con que un gobierno tenga mayoría de mujeres.

Me hubiera gustado que el gobierno progresista de mi país hubiera respondido de otro modo, con comprensión, con humildad, con más respeto y con argumentos, quizá con una oferta de reflexión conjunta y, por qué no, sin rechazar el perdón, el fraternal perdón de todos hacia todos. ¿Por qué no aceptar que en nuestras historias, en las de todos, hay muchas cosas que perdonarnos unos a otros? Los españoles podemos sentirnos orgullosos de gran parte de nuestra historia pero también tenemos mucho de lo que avergonzarnos, y no es coherente luchar por aplicar entre nosotros la memoria histórica, reclamando desagravios para los nuestros, cuando los negamos hacia los demás, para aliviar el daño que nosotros hemos provocado sobre otros. Deberíamos ser más generosos, más inteligentes y más empáticos en ambos lados del charco.

He leído que después de sus primeras declaraciones el presidente mexicano ha matizado reclamando más bien la reflexión y la lectura conjunta de la historia. Me parece mejor, aunque parece olvidarse, en todo caso, que ya hace tiempo (en 1836) España y México suscribieron un «tratado definitivo de paz y amistad sincera» en beneficio mutuo y «para restablecer y asegurar permanentemente dichas relaciones» porque deseaban «vivamente poner término al estado de incomunicación y desavenencia que ha existido entre los dos gobiernos, y entre los ciudadanos y súbditos de uno y otro país, y olvidar para siempre las pasadas diferencias y disensiones, por las cuales desgraciadamente han estado tanto tiempo interrumpidas las relaciones de amistad y buena armonía entre ambos pueblos, aunque llamados naturalmente a mirarse como hermanos por sus antiguos vínculos de union de identidad de origen, y de recíprocos intereses» (aquí).

Releamos la historia cuantas veces haga falta pero no nos creamos ninguno que sólo nosotros tenemos sobre nuestra espalda agravios que necesitan reparación porque, a lo peor, todas las alforjas están llenas de sufrimiento ajeno y de crímenes deleznables.

Tengo la impresión de que lo mejor sería seguir la recomendación del Benjamin Franklin: «escribe los agravios en el polvo, las palabras de bien escríbelas en el marmol». Si nos empeñamos siempre en hacer lo contrario sólo sembraremos el desafecto y la desconfianza que traen el odio y la enemistad eternos.

23 comentarios

Pedro Rojas 27 de marzo de 2019 at 20:35

No parece darse cuenta de ello pero habla igual que Abascal. No me extraña. Ahora entiendo por qué es tan monárquico.
Yo no necesito pedir perdón porque ni me siento heredero del nacional-españolismo que impera por aquí, ni me siento responsable de lo que hicieron mis antepasados.
No tengo que pedir por algo que no he hecho pero si que creo que en aquella época los españoles, que no yo, eran unos salvajes.
Esto sí que creo que es importante reconocerlo.
….(¿Como puede alguien ser monárquico en el siglo XXI?)…

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UN LECTOR 27 de marzo de 2019 at 23:37

Descontextualizar el hecho de la cosmovisión en la que se desarrolló, es un acto estúpido. No merece la pena perder más tiempo con este tema. El dinero le hace a uno más rico, no más inteligente; ser presidente de un país, no es sinónimo de que intervenga con prudencia en público.

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roberto 28 de marzo de 2019 at 01:15

Da para una razonable polémica, de dimes y directes, opiniones mas opiniones menos, pero cierto reconocido por la tropilla de maleantes españoles, aventureros italianos y vaya uno a saber que fueron recibidos con agasajos propios de visitantes y que la codicia, excito, el crimen, el saqueo y la destrucción innecesaria.
Mas tarde casi como 150 años, después aceptaron que había alma en esos seres humanos, que habían asesinado por millones, es mas lo llevaron en jaulas, para mostrarle entonces a la sociedad española, lo «raros».
Pero esto no termino allí, trajeron a estas tierra miles y miles de negros de África, otros seres humanos tratados al igual que a las poblaciones originarias, a garrote, espada y cruz.
Impusieron, su dios y trajeron sus pestes europeas, aun anda por aquí la dictadura de el lenguaje, fijaos, «ilustres europeos» que han hecho con el mundo, de cuyas tropelías coloniales, todos los nacidos allí, en la península y en toda Europa, han vivido, porque habéis sido una confabulación explotadora y criminal, en nombre de lo a Uds., se les ocurre que es «civilización»
El perdón, pedírselo a el Rey, algo tan oscuro como prehistórico, mantenida monarquía por los falangistas, que mediatizaron el regreso a la republica, colocando de nuevo a esa figura, que es un insulto a razón.
Le pasaron la posta colonial, a otro imperio, dejaron la costra, que aun perdura, una añeja oligarquía heredera, que ha largo de la historia ha sido servil a los intereses de el Imperio de turno.
Deberían latinoamericanizarse y independizarse de el sistema monárquico, permitiendo que las diversas naciones aplastadas allí, sean independientes, !todavía el señor que escribe defiende al colonialismo y al rey de España, parece que no hay fragua que quite los forúnculos mentales a los están sometidos, esos españoles, que aun repiten el discursos euro centrista y xenofóbico de vieja data.

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pedro rojas 28 de marzo de 2019 at 04:40

No puedo evitar responder al «UN LECTOR».
¿También habría que contextualizar los campos de exterminio nazi porque cuando se asesino en ellos a mas de 6.000.000 de personas había una cosmovisión de la supremacía aria?
Lo primero que te enseñan en el cole es que existen unos valores sobre la naturaleza humana que son universales. Jesucristo, por poner un ejemplo cercano, predicó 1.500 años antes de que Cortes conquistara México. ¿ La cosmovisión de aquella época sobre la naturaleza humana era distinta de la de Cortes?
No, no era distinta.
Una salvajada era una salvajada hace 2.000 años, hace 500 años y seguirá siéndola dentro de 2.000 porque los valores sobre la naturaleza humana son universales e intemporales. No son, ni pueden serlo, patrimonio de ninguna época ni de ninguna cultura.

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copitodenieve 28 de marzo de 2019 at 06:13

Discrepo de la mayoría de las opiniones vertidas por el profesor en esta entrada, y me explico,:
1°.-El presentismo en Historia no ayuda a nada que no sea manipular emociones y dividir en blanco y negro algo que está comprendido en la escala de grises.
2°.-América no era el Edén antes de la llegada de los españoles; estaban los aztecas y a su alrededor otros pueblos sometido a vasallaje y a ceremonias nada edificantes ni para los descubridores ni para los actuales mexicanos.
3°-Resulta hipócrita pedir disculpas por lo ocurrido hace 500 años y mantener a los indígenas excluidos socialmente en la actualidad.
4°-Más hipócrita resulta que la clase criolla que gobierna México desde hace 200 años se llame «andabas y eluda sus responsabilidades por la situación actual de unas etnias a las que llevó al borde de la extinción en beneficio propio.
5.-Disculparse sin motivo, simplemente porque el otro se reconforte, es como darle la razón a un loco, un «para ti la perra gorda» y éso es cinismo o, en el mejor de los casos, desprecio.

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Pauet 28 de marzo de 2019 at 06:40

Yo personalmente tengo una visión bastante poco amable de la conquista, estoy influido en este aspecto por pensadores latinoamericanos como Enrique Dussel o Ramón Grosfoguel.
Pero aquí lo que me da que pensar es en la actitud de López Obrador, ¿acaso no se da cuenta que lo que hace es perjudicar a los que aquí (España y en general toda Europa) podrían ser sus aliados políticos? ¿acaso eso le da igual?
Saludos

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Pablo Latorre 28 de marzo de 2019 at 08:23

Estimado Juan:
1. ¿los conquistadores fueron personas más cultas y preparadas? ¿más cultas y preparadas en qué? Me parece un tanto engreído pensar que la cultura occidental, y más en los siglos XVI y XVII era superior a la propia de aquellas tierras. ¿para qué le sirvió a Europa tanta supuesta cultura y preparación? ¿para matarse en guerras interminbales durante siglos? ¿para mantener a sus pueblos sometidos y en la miseria? En cultura cristiana desde luego sí que eran más avanzados, pero eso no me parece ningún mérito.
2. También dice que antes de la llegada de los conquistadores «no había más que retraso y en muchas ocasiones barbarie y sufrimiento». Más de lo mismo… Allí, como en occidente, las clases pudientes vivvían de lujo, mientras que el pueblo llano en general pasaba las de caín ¿O es que en la Europa de laa época de la conquista vivían en una arcadia feliz? De todas maneras en muchos territorios los indígenas habitaban en perqueñas comunidades en perefecta paz y armonía, mucho mejor que los pobres campesinos europeos.
3. Ud. habla de antepasados y perdir perdon por ellos, pero creo que no ha entendido el mensaje. De lo que se trata no es de personalizar y decir «oye, tienes que pedir perdón por lo que hizo tu tatatarabuelo», no, AMLO no ha dicho que los españoles tengamos que pedir perdón, que lo tenag que pedir Ud. o yo, la carta va dirigida al borbón como Jefe del Estado, es decir, es una disculpa institucional, como Estado Español que fue el que dirigió la conquista y somentimiento de los nuevos territorios.
4. Se ha puesto en acento en lo de pedir disculpas, porque es cierto que AMLO lo dice en el vídeo en el que explica la carta que envió al borbón, pero he podido leer la carta en su literalidad y en ella no menciona eso, simplemente dice que, antes de celebrar ningún centenario con festejos, se ha de hacer un relato fiel de lo que realmente supuso la conquista y cómo se llevó a cabo. Además él también pide disculpas por los exterminios que se produjeron después de la colonia.
En definitiva, creo que no cabe duda de que hasta la fecha, dejando a parte a los historiadores o personas realmente interesadas por la historia, el común de la ciudadanía española piensa que «descubirmos América», que les hicimos un gran favor «descrubiréndolos» y que la conquista fue una especie de lucha heróica donde, lamentablemente, murieron algunos indios, pero todo sea por el progreso.
Por eso no me parecería nada mal que desde las instituciones españolas se explicara en una declaración formal el exterminio y la evangelización a sangre y fuego que se llevó a cabo durante siglos en esas tierras y una vez que todo eso se asuma, pues ala, a tirar para adelante.
Dicho lo cual, quiero agradecerle su labor y sus escritos, por hacernos pensar, aunque a veces no estemos de acuerdo.
Un cordial saludo.

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victor Chust 28 de marzo de 2019 at 09:08

Creo que pedir perdón, nos haría ser mejores y reconocer las barbaridades,desde la incautación de tierras ajenas,expolio,vasallaje,esclavización e imposición religiosa etc.etc.hay suficiente razón.Y serviría para que nuestros historiadores modificaran
sus conceptos sobre los conquistadores; hoy en un pedestal,que deberían bajar.No me parece correcto celebrar el día de la hispanidad con desfiles militares.De una forma u otra se mantiene el espíritu de supremacía,mientras que hablamos de fraternidad.

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José 28 de marzo de 2019 at 09:15

Estoy de acuerdo con la situación y el contexto que usted expone. Si hoy día alguien tuviera que pedir perdón a un pueblo, el mejicano, es la clase política mejicana. Son los propios mejicanos dirigentes los que mantienen a su pueblo pobre y atrasado. Son los propios mejicanos dirigentes los que han conducido a un país enorme a ser un Estado fallido. Son los López mejicanos, son los blancos descendientes de europeos que allí fueron y permanecen, los que tienen que pedir perdón por robar y asesinar a su pueblo. Yo, usted, millones de hoy españoles, ni pisamos allí ni nuestros antepasados fueron nuca allí. Así que los que conformamos la hoy España nada tenemos que hacernos perdonar.
Y como usted dice, a nivel diplomático ya existe ese convenio que cita del siglo XIX donde ambas partes se dan la mano y deciden caminar juntos olvidando afrentas mutuas. Es toda esta noticia un gran absurdo.

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Genaro Chic 28 de marzo de 2019 at 10:19

Muy acertada reflexión. El mundo funcionaría mejor, pienso, sin tanta intransigencia

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guss 28 de marzo de 2019 at 11:32

En realidad a los políticos en ocasiones se les acaban las mentiras, y tienen que inventarse otras. Aquí en España tenemos varias, pero la más parecida es Gibraltar, y ya tienen audiencia los mentirosos compulsivos de la política

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Francisco Altemir Ruiz-Ocaña 28 de marzo de 2019 at 11:46

Es tan fácil pedir perdón. De hecho la derechona meapilas que asiste con mucha frecuencia a misa la empieza pidiendo perdón colectivamente, Cuando se reza el padrenuestro se pide perdón porque, según el Evangelio, Jesús recalca continuamente que quien ofende a uno de estos pequeñuelos me ofende a mí, y por pequeñuelos se entiende a los desvalidos, a los empobrecidos etc («las prostitutas os precederán en el reino de los Cielos»)
Desde la primera infancia nos deberían enseñar a debatir sin ofender. Por eso pido perdón si algún lector se siente ofendido por lo de «meapilas». Por otra parte les pido que RECAPACITEN como hizo el hijo pródigo cuando se vio disputando la comida a los puercos porque había llevado una vida disipada. Jesús enseñó una forma de vida y de comportamientos. Nadie es más que nadie, como lo está demostrando el Papa Francisco cuando impide que le besen el anillo en un gesto de pleitesía. Es nuestro hermano. «Los últimos serán los primeros»…
En los Países Bajos todavía recuerdan al Duque de Alba y nos han perdonado a pesar de que nosotros no lo hemos pedido ( les machacamos con el oro «extraído» precisamente de América No hagamos de todo problema una cuestión de testosterona. Los humanos pensamos con la cabeza y amamos con el corazón no con las partes pudendas. En caso contrario somos infrahumanos, con perdón.

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José Antonio Sánchez Lozano 28 de marzo de 2019 at 14:08

Francamente estupendo, no tengo nada que añadir pues suscribo todo lo que ha comentado, me parece un excelente comentario, felicidades

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Jmem 28 de marzo de 2019 at 15:48

Completamente de acuerdo con usted.

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JANO 28 de marzo de 2019 at 17:09

Buenas tardes.
Creo que -recomiendo- bastaría con leer El Canto General de Pablo Neruda, para tener una idea de lo que representó (y aún hoy representa) la historia común que se vivió y se vive entre América y España (yo diría también Portugal). Luego ya -si eso- se sigue leyendo y leyendo, y -si se puede- viajando, digo viajando, NO haciendo turismo, si no viajando, que ya se sabe: leer cura el carlismo y viajar el nacionalismo. Unamuno dixit.
Por lo demás: a veces debemos pedir perdón a un idiota como una forma elegante de «sacárnoslo de encima», aunque no le hayamos hecho nada; en cambio, eso no es preciso cuando tenemos un pequeño roce con una persona inteligente, porque -precisamente porque es inteligente- sabe que nuestra acción no albergaba malas intenciones…

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Mª. José Jiménez Álvarez 29 de marzo de 2019 at 01:02

Soy lectora asidua de sus artículos y me parece mentira lo que he leído en éste… Quizás le venga bien leer, si no lo ha hecho ya, «Brevísima crónica de la destrucción de las Indias», escrita por Fray Bartolomé de las Casas que, imagino que sabe, acompañó a los conquistadores españoles, en Santo Domingo y creo que fue nombrado obispo de Chiapas.

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Ricardo Kajatt Sumar 29 de marzo de 2019 at 17:12

Debe saber el autor que en estas tierras americanas había mucho más que «retraso, barbarie y sufrimiento». Había civilizaciones bastante avanzadas que en algunos aspectos eran superiores a la europea; no solo no faltaban hospitales sino que hasta se realizaban delicadas operaciones quirúrgicas, como las trepanaciones craneanas. Además, para mayor escarnio y superando el bárbaro espíritu de ese tiempo, los «conquistadores» se dedicaron a realizar crueldades innecesarias como reventar las cabezas de los bebés contra las rocas, abrir los vientres de las mujeres gestantes para arrancarles los fetos, quemar a los «indios» de trece en trece «para mayor gloria de Nuestro Señor Jesucristo», dar de comer a sus perros carne de indios, violar a las mujeres, amputar miembros, destruir las culturas vivas que encontraron en lugar de tratar de entenderlas, en fin, atrocidades nunca vistas antes en estas tierras. Ese desconocimiento le resta seriedad y soporte a su artículo, por lo demás, conciliador, lo cual no me parece inadecuado habiendo pasado cinco siglos de los hechos; pero si va a haber reconciliación se tiene que decir todo lo que hay que decir. Tampoco me parece honesto recurrir al fácil expediente de llevar las cosas al plano personal e individual basándose en quiénes son los antepasados de uno u otro interlocutor, porque se puede defender una causa independientemente de la filiación u origen de cada cual. Soy hijo de inmigrantes de lejanas tierras, pero el haber nacido en el Perú hace que me identifique también con los indígenas americanos y su historia y no sería justo que por esa ascendencia que no niego y de la que estoy orgulloso, alguien me descalificara para opinar de lo que pasa y pasó en estas latitudes. Gracias por la oportunidad de expresar mis puntos de vista.

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José Luis G. 29 de marzo de 2019 at 20:34

Lo de que los blancos residentes en Méjico son los descendientes de aquellos que subyugaron a sus nativos, tiene un mucho de verdad. Pero lo de que les llevamos CULTURA es absolutamente improcedente, pues lo único que hicimos fue sustituirles una cultura por otra (a la fuerza).
Hay que conocer la Antropología, y esa opinión nunca la hubiesen firmado un Levi-Strauss o un Bordieu (por citar a algunos)

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DANIEL DE DIAZ 29 de marzo de 2019 at 22:40

MÉXICO está intentando REESCRIBIR LA HISTORIA, y es bueno, porque la historia que enseñan es totalmente EUROCÉNTRICA, como quien dice que desprecian a sí mismos en su VALIOSO CULTURA pasada, que usted JUAN Torres tampoco cita … https://youtu.be/CA6ANGCopVc?t=6168
De todo lo que se ha hablado estos días, quizá el mejor resumen :
https://www.france24.com/es/20190329-debate-amlo-perdon-espana-conquista
Aurora Gomez
@auroraggf
Es urgente construir una nueva narrativa de NUESTRA HISTORIA que nos ponga en el centro como ACTORES DE LA MISMA, en vez de seguir reforzando nuestra caracterización como víctimas eternas. No necesitamos que otros países nos pidan perdón sino reconciliarnos con nosotros mismos.

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Roser Batlle 5 de abril de 2019 at 12:32

Muchísimas gracias, Juan Torres López, por sus sabias palabras, que siempre abren a la reflexión. Se puede estar o no de acuerdo con todo lo que dice, pero no hay duda de que usted sabe escribir en el mármol aquello que lo merece.

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Pauet 5 de abril de 2019 at 23:56

Puede ser interesante a este respecto ver esta exposición.
https://www.youtube.com/watch?v=nf0QGla4kqw

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elena 9 de abril de 2019 at 11:35

Suscribo a la señora que escribió:
Soy lectora asidua de sus artículos y me parece mentira lo que he leído en éste… Quizás le venga bien leer, si no lo ha hecho ya, “Brevísima crónica de la destrucción de las Indias”, escrita por Fray Bartolomé de las Casas que, imagino que sabe, acompañó a los conquistadores españoles.
Describe las horripilantes salvajadas que hicieron los españoles p.ej. con los pacíficos y civilizados indios del Caribe, que fueron aniquilados por completo.
Eso de «llevar el progreso» es muy mezquino como excusa para asesinar a un pueblo y cae por su propio peso, igual que «salvar al pueblo sirio» a base de bombas!
Un saludo

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Agustín Salvador Besga 18 de abril de 2019 at 00:29

Cómo se ha puesto el personal con lo de Méjico, estimado Sr.Torres. Unos y otros. Vaya por delante que a mi esto del arrepentimiento y el perdón en boca de políticos y clérigos de altura, me suena a paripé. Cosas del comercio, inversiones, favores y privilegios. Personalmente, con la petición del Sr. Obrador, no me doy por aludido, no me siento responsable de lo que hicieron hace 500 y pico años determinados tipos. Algunos parece que sí, vistos los esfuerzos en edulcorar la amargura que aquellos llevaron al “nuevo continente”. Y es que, según los molestos, se civilizaron a salvajes mediante un “encuentro de dos culturas”, la letra con sangre entra. Imagínese Vd. a una civilización extraterrestre muy superior cultural y tecnológicamente a la nuestra, que nos entra de la misma manera que lo hicieron los europeos en la América precolombina. Sería una conquista imperial y como tal, y si estamos un poco enterados, ya sabemos lo que en todo caso es eso. Atrocidades a manta. Seguramente todas las gentes del mundo han pasado por trances similares a lo largo de la historia: otros militarmente más hábiles y poderosos entran a saco, se asientan, establecen su imperio, imponen su cultura, lengua y religión; y si, como en el caso que nos ocupa, la cosa dura unos siglos, adquiere carta de naturaleza. A quién le vas ya a reclamar nada. Pasó y punto. La gente de ahora lo vive como normal. No se puede dar para atrás a la moviola de la historia. Pero esto no quita para tener conocimiento histórico de los procedimientos empleados y, con sosiego, sin sentirse implicado porque no estuvo allí (algunos parece que sí), reconocer y no blanquear hechos criminales si los hubo. Que los hubo y muy gordos.

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